La
primogenitura en Israel hasta nuestros días
Si pensamos
en Ismael e Isaac nos daremos cuenta que hay una discriminación en la escogencia
de quien iba a heredar a Abraham, pero esta discriminación bíblicamente tiene
su razón de ser.
Dios sabía
el futuro de Abraham como nación, la promesa ya estaba dada y Sara fue
inteligente al escoger a la mujer para que le diera un hijo a Abraham, que ya
desesperaba por ver cumplida la promesa antes de morirse.
Agar era una
princesa Egipcia, sin antecedentes de ninguna clase y era una sirvienta, por eso Sara se la dio a Abraham para que no
le quitara el lugar al hijo de la promesa que no había llegado todavía.
Esto tiene
muchas connotaciones y demuestra que el pueblo hebreo tenía respeto por sus ancestros y valores, marcado
respeto hacia las leyes espirituales que
después fueron dictadas por Dios a Moisés.
Educaban a
los hijos (a), desde muy pequeños eran instruidos en todas las artes y labores
que desarrollaban sus mayores, eran organizados y guardaban celosamente sus
secretos del extranjero.
Cumplían a
cabalidad con las normas de justicia y eran muy hermanados.
Cuando Agar
se dio cuenta que tenía un hijo de Abraham, como lo llamaríamos hoy en día un
hijo de un patrón o de un dueño de empresa, se le subió el orgullo y quiso estar
a la altura de su señora y Sara actuó inteligentemente aconsejando a Abraham
que se deshiciera de ella.
Génesis 21:10 Por tanto, dijo a Abraham:
Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar
con Isaac mi hijo.
21:11 Este dicho pareció grave en gran manera a
Abraham a causa de su hijo.
21:12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca
grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye
su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.
Dicho de
esta forma puede parecer una deslealtad y una grave ofensa y así es, pero “a
grandes males grandes remedios”, es un dicho que oía mucho en la época de mi niñez
y adolescencia, como también que “una sola fruta podrida daña toda la fruta del
canasto” y si hemos de ser honestos y queremos salvaguardar a nuestros hijos y
el futuro del mundo entero debemos revisar los parámetros que están marcando
leyes arbitrarias que perjudican el bienestar general y solo favorecen a unos
cuantos privilegiados y que son los que están dañando la juventud.
La
permisividad, las malas costumbres, la falta de educación y muchas cosas más están
acabando con el entorno de muchas comunidades y debemos unirnos en medio de las
desavenencias y diferencias para alcanzar un mejor mañana, que no es la política,
no son los grupos alzados en armas, ni los antiguos narcos o capos que ya no
existen en los países latinos, sino el mismo pueblo, ciudad o país, que impiden
que aquellas personas que sobresalen por las leyes de la herencia, por el ámbito
en el cual han nacido y son educados tienen ventajas que en vez de ser
aprovechadas sanamente para bendición donde Dios permitió que nacieran, desaparecen
en la nada de otros países que se sirven de ellas y las bendicen para su propio
provecho y provecho del lugar donde viven.
Hay muchísimas
bendiciones que Dios tiene guardadas, no se enmohecen, no se vuelven viejas,
mucho menos se dañan, esas bendiciones son muy grandes y maravillosas, son para
todos aquellos que perseveran y que quieren un mejor mañana.
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