Sequía
espiritual
¿Qué es la sequía espiritual y cuando estamos en
sequía espiritual? La sequía es escases, se asocia a la aridez y tierras secas,
calientes sin vegetación, poca fauna y vida humana. Debemos llenar nuestras
vidas y cuidar nuestro andar diario con el Señor. Casi siempre llegamos a un
estado de resequedad emocional y espiritual sin darnos cuenta, poco a poco
entramos en un desierto, lleno de arena sin agua, llenos de soledad en compañía.
La sequía tiene causas y consecuencias, por tanto,
debemos estar apercibidos y no descuidarnos, debido a que esto fácilmente puede
hacernos caer en los lazos del enemigo.
Algunas veces la sequía llega porque no estamos
sembrando como es debido. De acuerdo al ministerio, los dones y talentos
debemos ser guiados primeramente y después seguir caminando con el señor,
alimentados por la palabra y personas competentes para ello.
Cuando llegamos a un nivel espiritual de mucha
bendición, siempre vamos a tener que luchar contra nosotros mismos para poder
tener una visión amplia, que no dañe lo que Dios quiere hacer en las personas
que apenas están comenzando los rudimentos de la fe y que están muy cerca de
nosotros.
Los prejuicios de las personas van a alejarnos en
ocasiones de las congregaciones en las que estamos contentos y esperando servir
cada día más al Señor.
Las renuncias que debemos hacer para no ser tropiezo y
permitir que los demás sean bendecidos y bendecidores al mismo tiempo de la
obra del Señor, nos entristecen, pero es necesario renunciar a algunas cosas
para dar bienestar a otros.
Cuando tenemos ministerios que no podemos ejercer por
alguna circunstancia en particular, debemos esperar confiadamente a que Dios
abra las puertas para hacer una labor completa y eficaz en la obra de Dios.
Nunca estamos de más, aunque en ocasiones parezca que
nadie nos necesita, siempre hay almas a las que podemos edificar con la palabra
de Dios.
Dios no quiere hacernos esperar, no se olvida de
nosotros, quiere lo mejor y nos hace esperar para que en esa espera (como pasó con el rey David y muchos personajes bíblicos) aprendamos y nos capacitamos
para un mejor ejercicio de nuestros ministerios.
Todos no podemos ser pastores, evangelistas y un largo
etcétera de ministerios que requiere la presencia del ministro en el púlpito.
Dios tiene infinidad de lugares para sus hijos, para hacer la labor cada día en
las personas que necesitan conocer en Él.
Podemos leer en Corintios sobre el cuerpo de Cristo,
si lo representamos con el cuerpo humano y cada una de sus partes, veremos que
algunos son ojo, otros boca, otros mano o dedo, pierna o brazo y así, cada uno
tenemos la función como la de cada uno de los miembros en el cuerpo. Nada sobra
y si falta o está enfermo, no puede funcionar en todas sus capacidades. Así
mismo el cuerpo de Cristo si está incompleto no caminara la iglesia como debe
ser, a falta de algunos de los miembros. Sabemos que la cabeza es Cristo y está
representada en el pastorado.
1 corintios 12:12 Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros,
pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así
también Cristo.
12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en
un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio
a beber de un mismo Espíritu.
12:14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
12:15 Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del
cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
12:16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del
cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
12:17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si
todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
12:18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de
ellos en el cuerpo, como él quiso.
12:19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría
el cuerpo?
12:20 Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es
uno solo.
12:21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni
tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
12:22 Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios;
12:23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a
éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se
tratan con más decoro.
12:24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen
necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le
faltaba,
12:25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que
los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
12:26 De manera que, si un miembro padece, todos los miembros
se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se
gozan.
12:27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros
cada uno en particular.
Algunos miembros del cuerpo de Cristo pueden estar en
esa sequía espiritual, que prontamente hace que se alejen de la iglesia o
quizás asistan y se congreguen sin aportar mayor labor.
Cuando damos mucho y no recibimos a cambio aceptación,
colaboración, alguna clase de reconocimiento (como personas humanas necesitamos
sentir que las personas se dan cuenta de las cosas que hacemos; nos gusta
sentir la calidez y el amor de las personas a las que servimos) nos vamos
resintiendo y quizás tratemos de encontrar lo que falta en otras personas o
labores. La reciprocidad en la amistad, la familiaridad y otras relaciones que
tenemos diariamente, nos es necesario saber que sienten afecto y respeto por
nosotros.
Cuando recibimos el egoísmo, la falta de calidez y
amor en las personas a las cuales tratamos y servimos continuamente, va
entrando una aridez a nuestra vida y no sabemos encontrar la solución para esas
circunstancias.
La vida siempre trae dificultades para todos en muchos
momentos, pero lo que nos hace diferentes es como aceptamos esas dificultades y
quien nos acompaña en medio de ellas.
Hoy podemos estar en prueba, mañana bendecidos ¿Quién
quiere estar acompañado en la prueba? Todos, pero la mayoría de las veces no es
posible.
Las consecuencias de la sequía espiritual son
primeramente una gran escasez de amor, de ganas de servir, de rebeldía y la
rebeldía no es de Dios.
El mismo rey David antes de ser rey, fue rebelde. Un
rebelde que no se sujetaba, aunque pensemos que tenía la razón, si no hubiera
querido ser rey, hubiera vuelto a la casa de su padre a cuidar de nuevo las
ovejas. No sabía cuándo terminarían sus tribulaciones, él estaba seguro de que
Dios abriría la puerta en el momento indicado.
Esta rebeldía ante las injusticias del rey Saúl, estaba
justificada, debido a que un rey no se podía someter. Para conquistar el reino
que Dios le dio anticipadamente, él debía capacitarse, saber que era rey,
debido a que había sido ungido por Dios como rey y también impedir que lo
matara el rey Saúl.
1 Samuel 22:1 Yéndose luego
David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa
de su padre lo supieron, vinieron allí a él.
22:2 Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que
estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue
hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
El aceite de la unción que samuel derramó sobre él por
orden de Dios, fue el primer paso para la conquista de Israel. Fue ungido como
rey y debía ser rey.
Tenemos la costumbre de ver a los héroes como personas
perfectas, no aceptamos que como personas humanas tienen debilidades e
incapacidades que los hacen errar y pecar en ocasiones.
Cuando amamos y admiramos a una persona, esa
admiración y afecto nos impide en ocasiones ver sus incapacidades y siempre
esperamos más de lo debido de ellas.
Si persistimos en nuestros errores, en la negación de
la realidad y no aceptamos que debemos corregir y someternos a la palabra, a lo
que Dios nos enseña y guía a aprender, no vamos a crecer. Muy seguramente como
el pueblo de Israel que habiendo podido cruzar el desierto máximo en un mes,
dieron vueltas en él durante cuarenta años, vamos a entrar en un desierto que
puede durar mucho tiempo o quizás no tanto; de acuerdo a nuestra sensibilidad
para recibir lo que Dios quiere dar.
El desierto es una consecuencia de la sequía
espiritual. Con ella vienen la compañía de las pruebas, grandes dificultades y
especialmente unos escases de visión.
La única forma de salir de la sequía, la resequedad
espiritual, es tratando de encontrar el oportuno socorro, apartándonos de
aquellas cosas que nos quieren alejar de la presencia de nuestro amado padre
celestial.
Fortalecernos en Dios es esencial, para encontrar la paz
y la bendición que requerimos. En el desierto debemos caminar de paso, nuestro
hogar no debe ser un desierto, sino una tierra llena de bendición donde fluye leche y miel, como la tierra prometida para los israelitas.
¿Estás viviendo en un desierto, en una sequía o estas
viviendo en bendición y tranquilidad? ¿Crees que no deberíamos pasar por el
desierto o al contrario es un lugar necesario para dejar las esclavitudes de la
carne y el pecado? Hay mucho que aprender y sanar con la palabra de Dios. No
abandones la lucha. Sino que como el rey David debemos alcanzar la bendición y
la victoria.
Jesús dijo en Mateo 11:28 Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas;
11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga.
Dios te bendiga