Cuando
nuestro pecado es tan grave que…
Muchas
veces los hombres estamos en pecado de adulterio, fornicación o cualquier otra
clase de pecado que es aún más grave porque arrastra a otros a pecar.
Hay
muchas situaciones en las que el pecado que comete un hermano es tan visible y
continuado que la congregación se ve obligada a ignorarlo o tratarlo como
gentil, pero que por no ser advertido el hermano de sus faltas, debido a que
todos callan se vuelve un pecado que hace ver que no hay pecado y se convierte
en una gran contaminación que va afectando y dañando los buenos hábitos y
creencias de personas que estaban en santidad.
Uno
de estos casos específicos es el adulterio y la fornicación. La palabra de Dios
dice que vuelve el perro a su vómito y la puerca lavada a su cieno.
Son
demonios de los cuales las personas han sido libres, como homosexuales
restaurados, asesinos que han pagado su condena y que le sirven a Dios en
honestidad y santidad, mujeres promiscuas, hombres que han sido libres de la
droga y tantas formas de pecado que Dios
hace milagros salvando estas vidas y llega una persona a una congregación que
no se santifica y que todos ven que anda libremente haciendo de las suyas, en
adulterio y…
Entonces
debilita la fe de ellos y la carne es débil, aunque esto no justifica bajo ningún
punto de vista que digamos que porque el otro hizo nosotros también.
Pero
la ley de la gravedad que afecta a todos
hace que llegue el momento en que la situación que afecta a más de una persona
comienza a recibir su paga, porque Dios es justo y su justicia permanece para
siempre y la paga del pecado es muerte más la dádiva de Dios es vida y vida en
abundancia.
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