El ayuno con el que se quiere doblar el brazo de Dios
Isaías 58:6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las
ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los
quebrantados, y que rompáis todo yugo?
Cuando escuchamos hablar sobre el ayuno, muchas veces
pensamos que podemos obligar a Dios a hacer nuestra voluntad en lugar de la
voluntad buena, agradable y perfecta de Dios.
En el libro de Isaías nos habla sobre el verdadero ayuno
que Dios espera de todos nosotros. Ayunar es quebrantar la carne, es desatarnos
de todas las ligaduras que tenemos en nuestras vidas, rompiendo con todas aquellas
cosas que practicamos y desagradan, ofendiendo a Dios.
Entregarle todos aquellos problemas que nos agobian en
nuestro día a día, todas aquellas personas que por diferentes motivos nos hacen
vivir en amargura de corazón, la escasez y toda necesidad en general.
Otra cosa que debemos hacer, es dejar en libertad a aquellas
personas que por cualquier motivo las mantenemos atadas por nuestra falta de
perdón o porque necesitamos ser perdonados.
“En un reciente ayuno, no le pedía nada a
Dios, únicamente daba gracias y pedía su perfecta voluntad para mi vida. Hace
años cuando recién conocí el verdadero Dios, recuerdo que pasábamos por pruebas
y grandes necesidades. Un día dije: –Señor voy a comenzar un ayuno y lo voy a
levantar cuando me concedas la petición– Así hice y al día 17 de estar ayunando, inesperadamente recibí la
respuesta. Esa bendición duro un tiempo y llego el día en que la perdimos,
debido a que las herramientas espirituales no funcionaban muy bien en nuestras
vidas. Al pasar el tiempo y aprendiendo más de su palabra y a usar las armas espirituales, sé que no debo tratar de torcer el brazo de Dios con el ayuno. Ayuno para
agradar a Dios, para pedir las cosas si están en su perfecta voluntad, para mantener
una vida espiritual limpia. Dios sabe de qué carezco, lo que necesito, se lo pido
y si está en sus deseos me lo concede y si no se lo agradezco, esperando su
tiempo perfecto”.
Isaías 58:7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres
errantes albergues en casa; ¿que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te
escondas de tu hermano
Estas son cosas que entran en las obras del cristiano, la
salvación es por gracia, es un regalo. Las obras son el complemento de un
carácter cristiano, un camino de perfeccionamiento y santificación.
58:8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará
ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu
retaguardia.
Gracias al cumplimento de este caminar cristiano, tenemos
grandes promesas, que se cumplen diariamente en nuestras vidas. La Gloria de Jehová
es nuestra retaguardia, él nos protege, nos defiende, nos guarda y nos da vida
en abundancia.
También debemos cumplir algunos requisitos, que claramente
nos los dice en el verso 9 y 10 Entonces
invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en
medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu
pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz,
y tu oscuridad será como el mediodía.
No tendremos oscuridad, no habrá temor, debido a que solo
tendremos gran luz, no habrá enemigos ocultos que nos enfrenten, retrocederán porque
Dios está con nosotros.
Termina en el verso 11 Jehová te pastoreará
siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás
como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
¿Qué otra bendición puede anhelar el cristiano más que el
mismo Dios lo pastoree? ¿Cuándo haya momentos de dificultad, tristeza, llanto,
angustia, dolor, muerte, Dios no permita que haya sequía, que nuestros huesos
sientan el dolor, los rejuvenezca y sigue diciendo que seremos productivos,
daremos fruto, no faltara nada, seremos como huertos que fructifican,
reverdecidos, llenos de agua fresca, y así como el agua de vida que da Jesús
saltara para vida eterna y no tendremos sed jamás?
Viviremos de bendición en bendición, recibiremos las añadiduras de las que nos habla la palabra en Mateo 6:33, no careceremos de nada que sea necesario para nosotros y nuestra vida en general.
Por estas razones el verdadero ayuno del que nos habla la
Biblia en diferentes libros del Antiguo y Nuevo Testamento, debe tener motivos
de santificación, alejamiento del pecado y la carnalidad, nos ayude a tener un
ministerio de poder y bendición para todos, especialmente nuestras propias
familias.
Dios te bendiga
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