El
crecimiento y la madurez ¿Cómo la adquirimos?
Crecer no
significa dejar que se manifieste nuestra propia personalidad y gustos. Esto
quiere decir que una persona melancólica e introvertida no va a pasar a ser
extrovertida y alegre porque haya crecido o madurado.
El cristiano
en general cree que la madurez de otro cristiano se manifiesta en lo tranquilo,
suave y con una actitud de pasar inadvertido que esta toma. Cuando en realidad cada persona tiene su
propio carácter y se manifiesta de acuerdo a una serie de condiciones en él.
Estas características
de la personalidad no significan falta de madurez, pero si se necesita moldear
en general el carácter.
Hay en la
vida muchas situaciones que descontrolan a las personas y de ahí en adelante
vive de una forma que necesita reparación.
Entonces es
cuando muchas veces por la misericordia de Dios, se conoce al verdadero Dios y
se tiene un encuentro personal con él, es cuando el cristiano comienza un nuevo
camino, un nuevo crecimiento y la verdad de Dios en su vida.
Nacemos de
nuevo, pero con el conocimiento adquirido a lo largo de la vida que siempre se
ha vivido. Estas son las ventajas con las que cuenta una persona que recibe a
Jesucristo en su vida como Señor y salvador personal. El apóstol Pablo dijo en
Romanos 9:16 Así que no depende del que
quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
Esto nos dice que por más
que nos apresuremos, que queramos alcanzar cosas o tengamos deseos no lo
logramos a menos que Dios lo quiera y tenga misericordia. Todo aquel que dice
haber nacido de nuevo, que ha alcanzado una meta en la iglesia de nuestro Señor
Jesucristo, se acogió a la misericordia de Dios.
Crecer y tener madurez
espiritual en medio de las demás personas, no es poner un muro que esconda
nuestra verdadera personalidad, no es que parezcamos personas graves a todo momento
que estamos en medio de los hermanos en Cristo, no es que… en fin tantos y
tantos paradigmas que los hombres se inventan muchas veces para poder
sobresalir en medio de los demás.
Crecer y tener madurez
espiritual es aceptar lo que Dios nos da, aceptar nuestro propio lugar y
nuestra propia personalidad. Cuando tratamos de tener un lugar que no es el que
Dios nos da, cuando hacemos lo que nuestra carne y nuestra voluntad quiere sin
tener en cuenta lo que Dios quiere para nosotros estamos deteniendo el
crecimiento y siendo inmaduros.
Crecer y tener madurez
espiritual es cuando aceptamos los dones que Dios nos ha dado y trabajamos en
las áreas en las cuales el Espíritu Santo de Dios nos guía.
Cuando luchamos contra
corriente (esto no quiere decir que no vamos a tratar de alcanzar y luchar por
bendiciones y victorias en nuestra vida cristiana) y tratamos de obtener lo que
Dios no quiere para nosotros y nuestra vida estamos siendo inmaduros, perdemos
la verdadera bendición, no crecemos y cambiamos la bendición por un plato de
lentejas como paso con Esaú y Jacob.
La verdadera unción no es
emoción únicamente, es emoción unida a dones, a gozo, a victorias espirituales
y materiales, es servicio, es amor hacia nuestros hermanos, es perdón y
reconciliación y paz.
En Efesios 4:13-15 nos
habla de madurez espiritual. Dice:
4:13 hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
4:14 para que ya no seamos
niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error,
4:15 sino que, siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
La verdadera madurez y
crecimiento la vamos a adquirir cuando aprendemos a aceptar nuestras limitaciones,
nuestras faltas y las entreguemos a Dios, que por medio de su santo Espíritu va
a trabajar en todas las áreas de nuestra vida, mejorando y ayudando a superar
esas limitaciones.
Dios te bendiga
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