El
amor de Cristo en los cristianos
Juan 13:34 Un mandamiento nuevo os doy:
Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a
otros.
13:35 En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Cuando leemos
todo lo que Jesús nos enseñó, cuando aprendemos de su deidad, autoridad y amor,
nos damos cuenta la falta que le hace a los hermanos enseñanzas que les hablen
de relaciones humanas, de cómo trata al prójimo, de enseñarles como pueden
aprender de Jesús a demostrar que el de verdad está en sus vidas.
La diferencia
entre un cristiano nacido de nuevo y una persona que no conoce a Cristo debe
ser manifiesta, claramente, de forma maravillosa, sin importar las dificultades,
la tristeza, el dolor, o las circunstancias que vivamos.
Y aunque parezca
algo ofensivo decir que no es así en muchas personas que dicen ser cristianas,
que se congregan, que llevan en ocasiones años y años de años en el evangelio de
Cristo es una triste realidad.
Cuando comenzamos
a conocer a Dios, cuando comenzamos en el evangelio resaltamos por nuestra
brusquedad, falta de comprensión y todas esas aristas que traemos del mundo y
que necesitan pulimento. Encontramos tolerancia, pero incomprensión, aceptación
por obligación, más no aprobación.
No somos personas
perfectas, no llegamos a la perfección de la medida de la estatura de Cristo,
pero si estamos en ese camino de encontrarla. No somos y no debemos tener actitud de personas perfectas,
porque somos tropiezo con la mala actitud que tenemos con las demás personas.
De indiferencia, de no me importas pero si puedes estar en la congregación.
Nada levanta más
el resentimiento entre hermanos que ignorar a una persona, que tener un
comportamiento educado pero que dice no existes, no te veo, no te quiero, eres diferente.
Todas las personas
que llegan a los pies de Cristo tuvieron una necesidad que solo pudo ser
suplida por Dios, por su amado hijo Jesucristo, por su palabra y enseñanzas.
Dios los perdona, los acogió y les dio un lugar en la congregación, muchas
veces en la comunidad donde viven, trabajo en ellos, les tuvo paciencia y
muchas cosas les ha dado.
Es fuerte esta
palabra, pero hay una necesidad de enseñar, de hablar y mostrar a las personas
que deben ser cartas leídas, que no deben dar un mal testimonio y dañar la obra
del Señor.
Una persona que
tiene un ministerio o que predica el evangelio de Cristo tiene un deber grande
con el Señor, con las personas alrededor de ella, no importa que no sea
cristiana la persona con la que se encuentra cuando sale de su hogar, cuando va
para algún a parte, no importa de quien estemos rodeados, debemos hacer un
esfuerzo por mantener la paz. Por tener una buena convivencia, esforzarnos por
dejar las antiguas maneras de comportarnos, dejar de hablar mal de los demás,
si Cristo nos perdonó nuestras faltas, si Jesús no compara pecados.
“En una ocasión una hermana hablaba con una amiga y le contaba de
una evangélica que era su vecina cada vez que salía o se tropezaba con ella
comenzaba a cantar. La amiga le pregunto: –¿ Qué canciones canta de qué clase?– le contesto – Canciones
cristianas. Y no solo es conmigo – y la amiga le confeso –Te voy a decir que enfrente
de mi casa hay una pastora que también cuando me ve canta– Le explico que si la
saludaba, cantaba apenas la saludaba y
le dijo que ella sabía que no gustaba de ella. Esta amiga vivía al otra lado de
la ciudad y al parecer no es casualidad que las hermanas cristianas cantaran
como una forma de manifestar no se desagrado o tal vez para hacerse sentir.”
Quizás esta
actitud algo infantil molestara a estas mujeres, pero como vemos esto
manifiesta lo poco que nos dejamos tratar muchas veces como cristianos que
somos y demostramos que nos importa muy poco lo que los demás piensen de
nosotros.
Ignorar a las
personas que conocemos, porque no profesan la misma fe, porque no quieren
escuchar nuestra evangelización o simplemente por diferencias de cualquier
clase no va a hacer que ellos cambien de opinión, pero saludar y no ignorar
desafiantemente a las personas va a ser de buen testimonio y quizás en algún momento
vamos a tener la oportunidad de evangelizar a las personas que menos pensamos
que puedan ser evangelizadas.
Vamos a recibir
bendiciones que no imaginamos, vamos a mostrar con nuestra buena actitud que en
verdad Cristo vive en mí, en ti y en todos los cristianos verdaderos que hay en
el mundo.
Recuerda eso
forma parte de tu testimonio y del testimonio de todos los cristianos.
Dios te bendiga
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