El amor reciproco

Amor, relaciones y reciprocidad

Amor, relaciones y reciprocidad, palabras que están unidas y que no se toman en cuenta; debido a que damos por hecho que lo que dice en 1 Corintios 13 sobre el amor, es lo que debemos esperar del amor no solo de Dios sino de los hombres.

Ese es el verdadero amor en la realidad de Dios, en su dimensión maravillosa, pero en la realidad de la vida y de nuestra humana condición, la mayoría de las veces hay muy poco de eso que dice la Biblia, en este pasaje que habla sobre la preeminencia del amor.



Cuando Adán y Eva pecaron, entro la muerte y muchas cosas malas en la vida del hombre. Debido al pecado espiritual y materialmente, hay ciertas condiciones para disfrutar no solo del amor de Dios, sino del amor de los hombres en general.

Siempre que hablamos o escuchamos hablar de amor, es con referencia al amor carnal del hombre por una mujer o viceversa. Pero el amor es algo mucho más secreto y maravilloso que la relación de dos personas que dicen amarse y deleitarse del amor de las personas con las que hemos convivido y convivimos, es un preciado tesoro que debemos no solo conservar, sino también ayudar a darle crecimiento.

Cuando sembramos, esto quiere decir que tratamos con cariño, servimos de muchas maneras a las personas, siempre vamos a estar esperando una aceptación y respuesta recíproca, aunque no se reciba.

Muchas veces estamos atados y no recibimos de los demás, debido a que no dejamos que la palabra de Dios y el Espíritu Santo de Dios ocupen su lugar en nuestra vida.  La llenen como es debido y podamos perdonar primeramente, aunque en ocasiones necesitamos el perdón de las personas a las que hemos mantenido atadas por envidia, rencores ocultos y muchas cosas más. No dejamos sean cambiadas en nuestra estructura interna humana estas cosas, aceptando que reconocer el pecado y pedir perdón es de valientes y valerosos hijos de Dios.

Dice en el Salmo 51:5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. A pesar de estas palabras somos redimidos por la sangre de Jesucristo y debemos hacer el bien, dar especialmente amor.

Cuando damos y damos y no recibimos una respuesta o no recibimos, llega el momento en que se daña o acaba la relación, también podemos terminar siendo igual de carnales que los demás. 

Podemos enseñar a las personas, darles cariño, buenas enseñanzas y todo lo que tengamos para dar, pero si vemos que es infructuoso, debido a que muchas veces las personas viven en la carne o tienen un egoísmo arraigado, no aceptan una reconvención, un llamado de atención, no cambian sus actitudes o tienen un espíritu parecido al de Caín, que a pesar de la reconvención del mismo Dios no escucho, es mejor no contaminarse con las malas obras de nadie.

Esto no quiere decir que vamos a hablar mal de nadie, que vamos a tomar retaliaciones y que cuando la persona lo necesite vamos a escucharla y si podemos ayudar lo haremos de buena gana.

Dios que es Dios santo espera que nosotros seamos salvos, nos ama, tiene celo con nosotros y espera que le sirvamos con amor y alegría.  Recordemos lo que dijo Jesús en Mateo 12:30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.  
Así mismo el hombre que ama a Dios, que es de Dios, busca el crecimiento diario en las relaciones interpersonales y trata de dar, siempre dar. Dar buenas atenciones, cariño, sinceridad y en caso necesario también dar cosas materiales. Saber que las misericordias de Dios son nuevas cada día y el llueve misericordia sobre justos e injustos. Nosotros debemos ser imitadores de nuestro amado padre celestial y de lo que dice su palabra.

Pero hay un pero, necesitamos también recibir para seguir creciendo, llenándonos y tener para dar.

Muchas veces dejamos desnudos espiritualmente hablando a las personas cercanas, necesitadas de oración, de una palabra de consolación y porque no de comida, ropa y dinero para suplir sus necesidades inmediatas. Hermanos y familia en la carne o en la fe y la Biblia tiene una exhortación muy adecuada para ello. Santiago 2:15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 
2:16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 

¿Para quién es está palabra? ¿Para mi hermano(a), para mi cónyuge, para mi tío(a), mi primo (a) o…? No, esta palabra es para mí, para mí y para todo el que la lea y la haga rema en su vida. Para el que quiere ver sus días lleno de las grosuras de la casa de Dios y de la bendición directa de Él.

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