De la
abundancia del corazón habla la boca
Lucas 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el
hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia
del corazón habla la boca.
Esta preciosa palabra la usamos mucho
en ocasiones para corregir y enseñar a otros lo mal que están o que su actitud
no es la mejor, en realidad esta palabra tiene un significado más profundo que
corregir o enseñar a otros a ser mejores haciéndole ver lo malo que es hablar
cuando lo hacen sin amor, sin buenas, cosas y así una cantidad de cosas que
hacemos y hablamos las personas a lo largo de nuestra relación con los demás y
que generalmente es criticada.
Si tomamos esta palabra con un sentido
cristiano y amoroso de parte de nosotros, no al que se la queremos aplicar nos
daremos cuenta que las personas están resentidas, ofendidas, sufren, sienten
que no reciben lo que necesitan.
Cuando una persona vive hablando de lo
mal que lo tratan, de que los hermanos en Cristo o la familia no se porta bien
con ella y siempre esta aburrida y con cara de tristeza, debemos darnos cuenta
que es una persona que tienen necesidades, que sufre, que no entiende porque no
puede integrarse a pesar de…
Jesucristo nos hace un llamado, este
llamado es a ayudar a rescatar las almas y ser ayudadores de todos, los que están
felices y bien no necesitan de nosotros, los que tienen todas sus necesidades
suplidas y viven con una familia que los ama no necesitan de la iglesia de la
misma forma que aquellos que se quejan, que sufren, que tienen resentimientos y
raíces de amargura.
Si predicamos que Cristo rompe
cadenas, debemos demostrarlo, si tenemos un Dios grande y maravilloso, las
personas deben verlo en nosotros.
Cuando sabemos la verdad y la
ocultamos, no somos valientes, no le creemos a Dios, mentimos, porque no decir
la verdad sabiendo que es necesario para resolver situaciones es un pecado
grande, debido a que hacemos tropezar a las personas que ignoran la verdad.
Muchas veces las personas tienen raíces
de amarguras, resentimientos y la solución es fácil, pero como humanos fallamos
y no entendemos muchas cosas, pero cuando tenemos dispuesto nuestro corazón
para servir a Dios, para escucharlo, para obedecerlo, logramos deleitarnos en él
y que él se deleite en nosotros sus hijos, ovejas de su pasto, niña de sus ojos
y que el obre de manera perfecta en todos.
Por eso no debemos decirle a una
persona que de la abundancia de su corazón habla su boca, sino orar y pedirle a
Dios discernimiento para ser un buen consejero, un buen ayudador de esa persona
y saber que el fruto abundante que vamos a ver en algún momento de la vida va a
ser bendito, no se va a perder, ni a podrir, va a permanecer para vida eterna.
Aprendí de mi abuela que no hay tesoros ocultos que encontrar, la verdadera riqueza la tenemos nosotros cuando trabajamos honestamente y con amor en la creación de Dios.
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