Mas enseñanzas sobre la parábola del hijo prodigo y su
padre
Continuando
con la enseñanza del hijo prodigo y su padre,
obtenemos muchas más cosas aplicando esta parábola de Jesús a la vida
actual.
Hablamos
de la permisividad del padre para darle la herencia al hijo menor, quizás confiando
en que iba a ser buen administrador de lo que se le entregaba.
Los
representantes de Dios en la tierra son los padres, aunque no todos se parezcan
a Dios. Hay padres responsables, padres que no lo son, padres que desconocen su
paternidad a pesar de saber que son sus hijos, padres que favorecen a uno o unos hijos más que otros y en fin toda una
serie de situaciones que tienen un trasfondo personal en cada padre, recordemos bíblicamente la historia familiar del
Rey David, y remontándonos a los patriarcas podemos incluir a los hijos de
Isaac, donde vemos que el padre favorecía a uno y la madre al otro.
Dios
no es permisivo o podemos decir que si es permisivo, debido a que su justicia y
su amor por el hombre impiden que lo destruya de la faz de la tierra. Dios no
comparte el pecado, tiene atributos que se anteponen a una justicia inmediata,
nos da la oportunidad de ser sus hijos, de ser salvos y libres del pecado y la
muerte eterna.
También
debemos tener en cuenta que aplicando a la realidad, la actitud de descontento
del hijo mayor era razonable y como puede
suceder en la actualidad cuestionar la
conducta del hermano y la del padre también, lo malo de este cuestionamiento
fue la actitud del hijo mayor, había altivez en su reclamo, no era el momento
debido ya que el padre estaba embargado de la felicidad por la llegada del hijo
que creía perdido.
Ambos
eran sus hijos, el padre tenía derecho a hacer lo que quisiera con su dinero,
pero se suponía que ya ese hijo se había gastado lo suyo y merecía alguna clase
de disciplina.
Pero
era la labor del padre, no sabemos si después del jolgorio y la alegría del
recibimiento el padre le hablo al hijo y le puso condiciones, no sabemos muchas
cosas, porque es una ilustración que puede tener varios finales en la vida
real.
El
hijo mayor tenía derecho a quejarse por sus méritos de buen hijo, por la labor
que desarrollaba al lado de su padre diariamente, porque se esforzaba para
acrecentar el patrimonio familiar y el padre tenía el deber de escucharlo y
darle respuestas.
Dios
hace una fiesta en el cielo por cada uno de nosotros, que nos arrepentimos y
aceptamos a Jesús como nuestro único y suficiente salvador, pero las
consecuencias de nuestros pecados nos siguen. Nos da tiempo para ponernos al
día, para alcanzar sus misericordias, para encontrar nuestro lugar en la congregación
de los justos y para obtener las bendiciones que él nos tiene a cada uno.
No debemos pensar que porque Dios es amor, nos ama con amor eterno y tantas
cosas maravillosas que hace, nos va a pasar delante del buen hijo, dándonos lo
que pertenece al que es obediente y no ha dilapidado los dones recibidos y la administración que ha puesto en nuestras manos, a ese buen hijo es al que le da potestad de ordenar su casa porque ya
tiene en orden la propia.
El
hijo prodigo y la ilustración sobre el buen hijo que regresa a su casa, que
tiene una familia amorosa y recibe la bendición que perdió, es para enseñarnos
sobre lo que es Dios cuando sus hijos lo buscan, nacen de nuevo, porque he aquí
todas las cosas son hechas nuevas, las cosas viejas pasaron ya.
Pero
la intención de nuestro Señor al referir estas parábolas era ejemplizar para
aquella época y las venideras, ajustándose a cada época. Los tiempos cambian,
todo pasa, pero la palabra de Dios es eterna y permanece para siempre. Vemos como una parábola escrita hace más de
dos mil años, la podemos aplicar hoy de forma clara y con los mismos motivos, podíamos
decir que los de aquel tiempo.
Cuando
un hijo le pide a su padre que le pague una universidad costosa en otra ciudad
o quizás hasta en la misma ciudad donde viven, el padre confiado gasta mucho
dinero en ese hijo, ese hijo se gasta la matrícula de la universidad, recibe el
dinero de todos los gastos y no estudia, sino que vive en desorden y como el
hijo prodigo dilapida el ahorro y es avergonzado porque así no hay dinero que alcance.
Hay muchas circunstancias en las que los hijos pródigos abusan de sus padres y
tienen en su momento que pagar las consecuencias de su irresponsabilidad y
desenfreno.
¿Cómo
aplicarías esta parábola a tu vida personal? ¿Crees que el padre actuó bien o
que el hijo mayor no tiene la razón? Como aplicarías esta enseñanza en la época
actual con aquellos hijos que dilapidan el presupuesto familiar y viven de
manera desordenada y cuando llega el momento de repartir lo que sus padres
dejan en herencia quieren ser los primeros en heredar y lo mejor?
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