El
cristiano y el camino de santificación
2 Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a
Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la
palabra de verdad.
2:16 Más evita profanas y vanas palabrerías,
porque conducirán más y más a la impiedad.
¿Cuál será la
forma de presentarnos como obreros aprobados, sin nada de qué
avergonzarnos y usando bien la palabra
de verdad? Es muy fácil convertirnos
a Dios, recibirlo como Señor y salvador personal, lo difícil es seguir el
camino que viene después. No es fácil seguir a Dios, no es fácil servirlo aunque
no estemos constantemente dentro de la cobertura de las congregaciones por el
motivo que sea.
Tantas enseñanzas
en las iglesias cristianas, testimonios sencillos pero llenos de fe, predicas
con palabras mal pronunciadas en ocasiones pero llenas de verdades escatológicas
que solo un verdadero practicante de la palabra de Dios puede hacer y así
multitud de testimonios que nos ayudan a mantenernos en pie como valientes
soldados de Cristo y seguir el camino que el Señor nos va trazando.
Muchas veces la
verdadera bendición tarda, desmayamos y queremos apresurarnos, pero la bendición
que Dios da enriquece y no añade tristeza con ella.
Es tan fácil caer
en la tentación del pecado, la vanagloria humana, la carne, la pesa falsa o quizás
el apropiarnos de lo ajeno en un momento de descuido, aunque sabemos que Dios
perdona pero ese perdón también lleva disciplina.
No debemos caer
tampoco en la tentación de hablar mal del pueblo de Dios, pero si tenemos el
derecho a exhortar, hacer ver por medio de la palabra de Dios, que como
ministros debemos instruir utilizando la palabra de Dios y hablando cuando se
amerite hablar.
No es fácil hacer
transición de una profesión de dudosa reputación a una persona transformada,
renovada por el poder del Espíritu Santo y no podemos pedir un santo de la
noche a la mañana.
Todos en nuestra
carrera cristiana tenemos crisis de fe, dudamos, algunas veces hasta nos
apartamos y quien sabe que situaciones más pueden acontecer en medio de ese
camino de santificación que seguimos.
Cuando una
persona afirma que este, aquel o cualquier persona de la condición que sea o de
lo más profundo del pecado no tiene salvación porque no va a cambiar, está
poniendo en duda la obra vivificadora de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Jesús dijo que el
había venido a buscar pecadores no justos y como representantes de Jesucristo
en la tierra, sus ministros deben imitar no solo el carácter de Jesús, sino también
su labor. Los justos, los
sanos no necesitan al médico por excelencia, los enfermos, los pecadores, los
que no conocen a Dios esos son precisamente los que lo necesitan.
El camino de santificación
que Dios pide a cada cristiano tiene un costo, no se puede seguir sin aprender
su palabra, sin orar, sin aceptar las pruebas y dificultades que día a día se
presentan y que debemos sortear no con alegría en ocasiones, pero si con
aquella fe de que Dios está con nosotros.
No somos de religiones los cristianos, pero si de verdadera palabra de Dios, que es la que nos edifica y nos ayuda a comprender y amar a Dios cada día más.
No somos de religiones los cristianos, pero si de verdadera palabra de Dios, que es la que nos edifica y nos ayuda a comprender y amar a Dios cada día más.
“Durante muchos años hice guerra espiritual por muchas situaciones
que debían cambiar no solo en mi vida, sino en mi entorno familiar (la guerra
espiritual nunca termina, siempre hay que estar preparados para ella) y la
mejor forma que tuve de aprenderme una gran cantidad de versículos era escribiéndolos
en pequeñas cartulinas y los pegaba en la pared de mi dormitorio. Cuando
comenzaba a orar me paraba en el lugar donde estaban todas esas pequeñas cartulinas
y repetía una y otra vez esos versículos de guerra espiritual, apropiándome de
ellos, haciendo guerra espiritual por mi vida y la de los míos. Gracias a esas
disciplinas y mi falta de pereza para escribir, han quedado grabados en mi
mente y no tengo necesidad de correr a buscar una Biblia para repetirlos y orar
con la palabra de Dios”.
El Espíritu Santo
no se da por medida, cada vez que buscamos más y más a Dios, Él está dispuesto a
darnos esa llenura, esa preciosa palabra
rema que necesitamos para ser obedientes y obtener muchísimas bendiciones que
no tienen un precio monetario y que muchas veces ni siquiera sabemos que las
obtenemos caminando con el Señor.
Toda acción humana
tiene una recompensa buena o mala, a veces es instantánea, muchas veces pasan
años antes de recibir esa recompensa. Qué bueno es cuando habiendo aguardado y deseado recibimos más abundantemente de lo que esperamos, porque la misericordia de Dios siempre esta
alcanzado no solamente a nosotros sino a aquellas personas que más amamos.
¿Estas siguiendo
la ruta que Dios está marcando para ti? Recuerda que la salvación es
individual, personal, no se comparte, es tu responsabilidad de nadie más.
Dios te bendiga
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