El sembrador
Levítico 25:3-5 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
3 Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos.
4 Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña.
5 Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra.
La biblia en diferentes partes habla sobre la siembra, la cosecha, el fruto y todo lo relativo a la naturaleza. Dios dio leyes a los hombres, porque el quería que la tierra sirviera indefinidamente como lugar de vivienda del hombre.
Nadie quiere una vivienda a medio terminar, sucia, donde no se pueda tener unos buenos muebles y sobre todo un lugar donde dormir. Sin embargo el hombre ha trastornado de tal manera los propósitos de Dios, que es muy difícil pensar que el planeta sobreviva mucho tiempo. Y hasta la tierra tenia el derecho a descansar en los tiempos bíblicos.
Así también hay leyes para la siembra de árboles y plantas. Si conocemos una planta y sus cuidados podemos darnos cuenta que las comparaciones que hace la Biblia son muy sabias, cuando se refiere al hombre.
El hombre que tiene ciertas cualidades dice en el salmo 1: 3
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
Veamos algunas cosas sencillas que se nos escapa cuando no conocemos de las plantas.
Algunas plantas no son fáciles de mantener y requieren muchos cuidados y hay otras que podemos decir que son silvestres, crecen y se desarrollan rápidamente con muy poco o ningún cuidado.
El sembrador debe escoger las mejores semillas. Para que salgan plantas sanas y fuertes. Así nosotros debemos sembrar la palabra, valores y buenas costumbres, para que esas semillas de fe que sembramos den fruto en lo posible al ciento por uno.
Las plantas crecen rápidamente cuando se las poda, riega, tienen un sustrato adecuado.
Cuando las plantas están en un sustrato pobre no se desarrollan la mayoría de las veces y terminan por morir. Así cuando las personas no están en un lugar adecuado, no se alimentan suficiente y carecen de los recursos necesarios para su crecimiento personal y mucho más.
El agua es un elemento esencial para las plantas y símbolo del Espíritu santo de Dios. Dios no nos da su espíritu por medida, pero una planta si se inunda de agua se ahoga y muere podrida por el exceso de agua. Así el hombre que se alimenta material y espiritualmente sin control, sin usar racionalmente esos alimentos. No crece, ni da el fruto esperado. y muere irremisiblemente en sus delitos y pecados.
Aunque en ocasiones cuando se riega mucho una planta, las raíces crecen en exceso y no permiten que la planta se desarrolle con la fuerza necesaria. Debido a que el alimento se queda en las raíces, perdiendo su función principal y creciendo cada vez más débiles y enmarañadas.
Esto lo podemos comparar a aquellos padres o familiares que sobretegen en demasía a alguno de sus miembros; impidiendo que ellos sean responsables y desarrollen una vida rica y abundante para ellos y los que están a su alrededor.
Jesús maldijo a la higuera porque no encontró fruto en ella. Esto quiere decir que debemos dar fruto, porque la falta de fruto es muestra de maldiciones en nuestra vida.
Cuando no rompemos con las tradiciones religiosas y tratamos de encontrar el verdadero camino a Dios, estamos sujetos a toda clase de maldiciones. Nuestro fruto no se da, o es muy poco fructífero, dañándose en ocasiones antes de la cosecha.
La verdadera sabiduría esta en el conocimiento de la palabra de Dios. En la búsqueda constante del hombre y así como dijo un su día el rey David en el Salmo 51
10
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11
No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12
Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
Recordemos que la misericordia de Dios es hasta los cielos y más allá, debemos acogernos a ella y darle gracias por todas ellas. Debemos pedirle que nos mantenga limpios de corazón o que lo cree si carecemos de el, para que seamos como ese árbol plantado junto a corrientes de agua, que florece y da fruto a su tiempo, sus hojas no caen y siempre prospera.
Dios te bendiga
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