La droga y las familias cristianas

¿Que está pasando con los hijos de los cristianos?


1 Corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 

Estos versos bíblicos no se pueden explicar en un post de forma ligera. Esto es debido a que esta palabra pertenece a la doctrina de los cristianos evangélicos y hay que tener buenas bases bíblicas para entender en un todo, lo que nos quiere decir el apóstol Pablo con estas palabras.

Ser templo del Espíritu Santo de Dios es temer ofender a Dios de alguna forma y conscientemente. El cristiano nacido de nuevo tiene hambre de conocimiento de Dios, le gusta aprender cada vez más cosas nuevas de la palabra y recordar las aprendidas.

Como cristianos debemos estar apercibidos de las artimañas de Satanás para destruir las almas que todavía no maduran al conocimiento de Dios. Y esas almas son las personas adolescentes o las más jóvenes dentro de las congregaciones. 

Hay mucha juventud que creció en el evangelio y no aprendió algunos rudimentos de la fe. "Ejemplo de ello es una hermana cristiana, creció en el evangelio y comenzó a tener los problemas que se presentan en la vida de las personas. La ayudaba aconsejándola. Un día esta joven me miro y me dijo muy tranquilamente que ahora si sabia para que servia la oración. Ella veía que las hermanas oraban mucho y la invitaban a orar y ella creía que eso había que hacerlo porque si, pero no entendió el verdadero sentido de lo que es hablar con Dios hasta que la enseñe de una forma practica".

La mayoría de los cristianos viven en el engaño de que prohibirle a los hijos, todas aquellas cosas que se practican en el mundo y llevarlos a la iglesia es suficiente para mantenerlos alejados de los males que aquejan este comienzo de siglo y la carne.


Eso funciona cuando son pequeños. Llega el momento en que ellos crecen y se rebelan en contra de las cosas que les enseñamos o queremos que practiquen.

Esto tiene una clara explicación para aquellos padres que han vivido los procesos con los hijos, sin descuidar su educación y descansar en las demás personas.

Como padres cometemos errores, nos equivocamos en el camino, hacemos y decimos cosas que en ocasiones no son las correctas. Debido a que en el proceso de crianza también aprendemos y sufrimos, ese fruto abundante que crece y se desarrolla lo aprovechan los niños y jóvenes que  vienen después.

Si sembramos la palabra de Dios en los niños y a lo largo de su crecimiento es una bendición extra. Si los mantenemos en oración constante es todavía mayor la bendición, si no tuvimos esa oportunidad por los motivos que sean; recordemos que Dios es fiel y nos ama inmensamente y todo lo que pidamos conforme a su palabra y en el nombre de su hijo Jesucristo, nos lo concederá, especialmente si esta en la voluntad de Dios, que quiere que todos vayamos a salvación y que ninguno se pierda.


Dios siempre llega a tiempo. No importa en que momento llegamos a pedir su misericordia y ayuda para nuestros hijos, Dios lo resolverá en su momento. Tenemos que llenarnos de fe y utilizar las rodillas para que ese milagro se de prontamente.

Cuando nos esperanzamos en las oraciones y guerra espiritual de los demás para obtener la sanidad de algún ser querido, esto no es lo mejor. Esas ayudas idóneas son un respaldo para nuestra fe y obligación de pelear la bendición de nuestros hijos, especialmente.

Cuando dejamos que los demás oren y nosotros menguamos, difícilmente alcanzaremos nuestra bendición y corremos el riego de que lo que hemos obtenido se pierda fácilmente.

1 Samuel 10:1 Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? 

Las oraciones de los justos están recogidas en la redoma de Dios. Y bajan convertidas en unción de bendición para los que han llorado y orado en su presencia. Que no nos pase como al rey Saúl, después de recibir la unción cuando el profeta Samuel lo ungió para ser rey, la perdió por apresurarse y no ser obediente esperando a Samuel. Ese pasaje lo encontramos en 1 Samuel 15, en este capitulo esta el relato completo de como Saúl perdono al rey Agag y lo mejor del ganado de de Amalec en desobediencia a la palabra que Dios le había dado por medio de Samuel.

Esto incluye un principio de obediencia a Dios y su palabra dada. Cuando Dios nos habla por medio de su palabra, su Espíritu santo,  sus ministros, sus hijos y de cualquier forma en que entendamos lo que él espera de nosotros y no somos obedientes, estamos perdiendo bendiciones que unidas en varias desobediencias nos hacen perder la bendición.

Vemos en este capitulo que no solo el rey perdono al rey Agag de Amalec, sino que el pueblo imitando a su nuevo rey; se tomo la libertad de perdonar lo demás. No debemos imitar los comportamientos inadecuados y pecaminosos de los lideres o ministros cristianos, mucho menos de nuestros hermanos en Cristo o de otras personas sean quienes sean.

Cuando estamos aprendiendo los rudimentos de la palabra de Dios, debemos tratar de encontrar compañeros de oración verdaderamente cristianos, que nos edifiquen, nos enseñen palabra de vida y también que quieran compartir esos momentos con nosotros.

Aprendemos de unos y de otros. "Recuerdo mucho una pastora que me contaba un día, que ella le había pedido a Dios que le diera gracia, ante los ojos de las personas, debido a los tropiezos que tenia con algunos hermanos. Ella quería ser pastora y quería dar un servicio completo y efectivo a Dios. No le caemos bien a todo el mundo y no todo el mundo tiene empatía con nosotros, esta es una buena razón para pedirle a Dios esa gracia ante los ojos de los demás".

Tenemos que hay principios de obediencia, amor, oración, tiempo y una serie de requisitos que no son tan difíciles para arrancar a nuestros hijos del flagelo de la droga, si realmente los amamos y queremos que sean hombres y mujeres de bien y servicio a Dios. 

Si queremos la honra de unos hijos libres del pecado y la muerte, el poder absoluto para librarlos es de Dios y únicamente Dios.

Aunque se desmaye en algunos momentos, aunque no veamos la bendición, sabemos que esta llegara de alguna forma si perseveramos y oramos para que Dios liberte y de paz.

Hay tantas y tantas promesas que Dios nos da en su palabra, que no podemos dejar de reclamarle para que nos ayude en la bendición de unos hijos y familia libre de vicios, de la malicia del diablo y de tantas cosas malas que quieren destruir la paz de las familias en todo el mundo.

Lo que Dios da enriquece y no añade tristeza con ello. Nuestros hijos nos lo da Dios y son una bendición de Dios para el mundo, debemos saber que nada ni nadie nos debe separar del amor de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.


Dios te bendiga