Amor y más verdadero amor de Dios

¿Cuánto amas a Dios y como demostrarlo?

Muchas veces el concepto de amar a Dios puede parecer demasiado abstracto para algunos, no se puede creer que se puede amar a un Dios que supuestamente no se ve.
Dios si se ve, Dios habla, Dios nos escucha. Él sabe todo sobre nosotros y nosotros únicamente mirando nuestro entorno, la naturaleza, nosotros mismos, nuestros hijos y todo lo creado es fácil discernir un Dios todopoderoso.

Podemos inventar a partir de lo creado, no somos creadores, Dios es un Dios creador. No apreciamos el aire que respiramos en todo su valor, debido a que desde que nacemos respiramos, lo mismo acontece con el sol, el mar, la tierra donde caminamos, la lluvia, los árboles. Todas estas cosas carecen de importancia para casi todos nosotros, creemos que por derecho las tenemos, no pensamos en que pueden tener mucho o poco valor.

Apreciamos lo material, una casa lujosa, buena ropa, carros, joyas, lujos y todo aquello que puede dar comodidad y ser envidiado por los demás.

Estamos mal enfocados, no tenemos una visión espiritual cuando anteponemos lo material a las cosas que agradan a Dios.

No podemos salvar el mundo, es más no podemos salvar en ocasiones a nadie en un momento dado, aunque si podemos obrar de manera que las almas se salven, que lleguen al conocimiento de la verdad. El verdadero conocimiento de la verdad es recibir a Jesucristo en nuestro corazón como señor y salvador personal y llevar el mensaje del evangelio como lo dice la gran comisión.

Dice en Mateo 28:18-20  Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Cuando iniciamos el camino del evangelio comenzamos a trabajar arduamente para la obra de Dios, como dicen cuando se comienza algún nuevo trabajo somos novatos y cometemos errores en ocasiones, mientras aprendemos.
Cuando aprendemos, muchas personas en ocasiones se les olvida como fue ese comienzo. Si nos descuidamos volvemos a la misma carne de la que Dios nos sacó un día.
De pronto ya no queremos ir a la iglesia, nos da pereza leer la Biblia, no encontramos satisfacción en las cosas agradables del Señor. Ya los cultos son muy largos, no oramos o se ora muy poco. En ocasiones no nos damos cuenta de la altivez que se tiene para atender las demandas de los necesitados.
Muchas veces tenemos anhelos en la obra del Señor y no vemos esa respuesta a lo que queremos, pedimos y oramos para que el Señor se glorifique.
“Durante muchos años he querido servir de diferentes maneras al Señor y siempre he tenido tropiezo para lograr lo que quería. He hecho muchas cosas y trabajado en otras, pero algunas de aquellas peticiones por las que ore durante mucho tiempo no se dieron y no sé si ya se darán. Un día le dije al Señor: –Señor si está en tu voluntad, tu abrirás puertas, si no hare lo que tú quieras que haga­–se lo he dejado a él, tratando de no alejarme y de obedecerlo, en su tiempo él obrara.
Dios no quiere sacrificios, Dios no quiere dadivas, Dios quiere un servicio agradable a él, aunque no estemos muy contentos como se desarrolla nuestra ministerio o servicio cristiano y tengamos tropiezos, debemos perseverar.
Debemos decirle al enemigo que se aparte en el nombre de Jesús, a la pereza fuera en el nombre de Jesús, a la falta de amor fuera, la falta de fe fuera, todo lo que sea tropiezo para servir a Dios, para amarlo y obedecerlo debe salir en el nombre poderoso de Jesús de nuestras vidas instantáneamente.
Hay tiempos de descanso, nos agotamos hasta físicamente en ocasiones, pero debemos volver a nuestro camino con las fuerzas renovadas y una fe limpia y segura de que lo que Dios prometió, lo cumplirá.
Somos más que vencedores en Cristo Jesús y estamos sentados en lugares celestiales juntamente con él. No debemos desmayar, no debemos dejar para mañana lo que podamos hacer hoy.
Quizás mañana no estaremos para hacer lo que dejamos pendiente. ¿Qué has dejado pendiente de hacer en tu vida el día de hoy? ¿Si tuvieras que marchar en este instante, como te presentaras ante el Señor?


Dios te bendiga

las lagrimas y sus beneficios

Las lágrimas y su importancia en las emociones

De bebes lloramos de hambre, por dolor o simplemente para que nos mantengan cargados o meciéndonos. De niños nos salen lagrimas porque nos golpeamos, queremos que nos den las cosas y también una gran cantidad de situaciones. Cuando somos adultos escondemos las lágrimas, las retenemos o simplemente nos negamos a llorar a menos que sea por una gran causa. Aunque hay personas que son muy fáciles para derramar lágrimas y manipular por medio de ellas en todas las edades.



Las lágrimas tienen una función biológica para la buena salud de los ojos, como la limpieza, su lubricación y la protección de agentes externos. También tienen que ver con la parte emocional de las personas, se llora no solo de tristeza o dolor sino de alegría.

Por medio de las lágrimas tenemos descargas emocionales muy saludables, aunque la mayoría de las personas lo hacen en algún lugar donde nadie los vea llorar, no es malo llorar acompañados, especialmente es bueno llorar cuando estamos en adoración a Dios.

Las lágrimas derramadas delante de la presencia de Dios traen sanidad, liberación y son de gran bendición. Recordemos a Ana en Samuel 10 dice: 1:10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

Seguramente esa amargura de llanto era provocada no únicamente por la falta de un hijo, sino también por las ofensas de Penina. Vemos que las sinceras lágrimas en la casa de Jehová conmovieron el corazón Dios y le dio el hijo que anhelaba.

Si nos remitimos al Génesis en la historia de José, leeremos que este lloro a gritos. El llanto, el dolor de la separación y la traición de sus hermanos había formado una barrera en sus emociones, que se desato en aquellos momentos haciéndolo llorar con gritos.

Muchas veces para ser libres debemos dejar que Dios haga un barrido de lágrimas en nuestras almas, para que esas costras de amargura, resentimiento, rencores, dolor y mucho más sean arrancadas de raíz.

Así como las lágrimas derritieron la armadura de hierro oxidada del caballero en ese cuento tan famoso, las lágrimas tienen poder para derretir las cosas desagradables en nuestras vidas y limpiarnos, sanando todo.

A pesar de que las lágrimas derramadas son tan saludables, hay lágrimas de rabia, de orgullo, de altivez, que se derraman cuando las personas no consiguen lo que quieren. Estas lágrimas son nocivas, no podemos compararlas con el llanto de sanidad. Aunque toda clase de llanto es necesario, socialmente no es muy aceptado que una persona llore y causa curiosidad en ocasiones, rechazo o empatía.

Generalmente las personas quieren consolar a los que lloran diciéndoles que no lloren más, cuando en realidad debemos decir que lloren “llora todo lo que quieras y puedas, eso te dará sanidad y liberación” seria la expresión correcta.

“Recuerdo que para mí era muy difícil llorar antes de conocer a Dios. Generalmente cuando lloraba era de rabia, en contadas ocasiones lloré en momentos de perdidas familiares y sin embargo eran lagrimas contenidas, que salían solas por el dolor o la angustia de la muerte de personas amadas. Cuando comencé los caminos de Dios, aprendí a llorar con el corazón, a derramar lágrimas de sanidad y liberación ayudada por el Espíritu Santo de Dios, son lagrimas que no se pueden contener en ocasiones y que hoy en día me agrada derramar para que no se endurezca mi corazón”.

¿Recuerdas la ultima vez que lloraste y el motivo de tus lagrimas? ¿Sabes que debes dejar fluir el llanto cuando lo necesitas emocionalmente?

Llorar es bueno cuando lo hacemos para que Dios nos escuche, para ser sanados o cuando tenemos dolores que debemos dejar salir a la superficie y ser libres.


Dios te bendiga

La envidia un defecto de carácter

La envidia como evitarla

Si nos remitimos a la Biblia, el primer envidioso que encontramos es Caín. Vemos que la envidia va unida a una serie de consecuencias nefastas en el caso de Caín, mato a su hermano por envidia y podemos ver muchos ejemplos de diferentes situaciones a nuestro alrededor en estos días.

La envidia es generada por la baja autoestima de las personas y la inseguridad, por un deseo malsano de tener aquello que tiene otro, deseando que el otro no lo tenga o que lo pierda en la mayoría de los casos.

Las personas envidiosas generalmente son insaciables en su envidia; nunca va a encontrar satisfacción en las cosas o talentos que ella tiene, siempre mirara lo que tienen los demás y que a ella le falta.

Los celos también se unen a la envidia, la persona celosa siente envidia de la atención que le brinda a otras personas el ser amado.

La envidia es producto de los deseos de la carne y en Gálatas 5:19-21 es nombrada como obra de la carne que es contrario al fruto del Espíritu.  
Una persona que padece envidia no lo reconoce ella misma, aun muchas veces ni se da cuenta que esta envidiosa y siempre justifica su envidia contra otra persona de diferentes formas.

Por esta razón la oración que es fuente de poder y puede llevarnos a pedirle a Dios que nos ayude en nuestras debilidades, ayudándonos a entender si padecemos este perverso mal. Así como el rey David le pedía a Dios en el salmo 19:12 ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.

Debemos pedir a Dios para que su santo Espíritu nos redarguya y nos muestre nuestras propias emociones. Y sigue en el verso 13 Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.


Debemos trabajar en esos aspectos emocionales, pidiendo a Dios que arranque y desarraigue todos esos sentimientos envidiosos, fortalecer nuestra propia autoestima de manera que estemos seguros de nosotros mismos.

Para esto debemos saber que somos valiosos y que a pesar de que otras personas pueden tener mejores capacidades para ciertas cosas o nos superan por diferentes motivos, no debemos dejar de reconocer nuestras propias cualidades.

Dios nos hizo diferentes y gracias a la herencia o genética que recibimos de nuestros antecesores tenemos las características particulares que nos hacen únicos y no debemos olvidar que Dios nos ama con amor eterno y él es capaz de quitar las carencias en nuestra vida.

¿Estas consciente de haber sentido envidia en alguna ocasión por otras personas? ¿Te dejas llevar de los malos deseos o le pides a Dios como hizo el rey David en su momento? 

La envidia impide que veas la bendición que recibes diariamente de Dios y generalmente se envidian las cosas materiales o físicas que otras personas tienen. Debemos evitar andar con las personas que siempre están señalando a otros o que padecen envidia.


Dios te bendiga