Educación y vocación

¿Cual es la educación que quieres en tu vida y en tus hijos?

1 Timoteo 6:9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 
6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Educación es un concepto muy amplio que abarca muchas circunstancias y especialmente muchas personas. La educación del hogar, es muy distinta a la educación escolar y ambas en ocasiones se funden para capacitar hombres con grandes aspiraciones económicas en algunos, morales y éticas en otros. 

El patrimonio espiritual de los hijos, es aquel que reciben de sus padres y maestros. Ellos a su vez lo recibieron de sus antecesores y en ocasiones es más importante que el estatus social y económico que se quiera tener.

Si nos remitimos a la tecnología actual veremos que estamos como se dice vulgarmente pagando la novatada en estas primeras generaciones. Esto es debido a que no estamos seguros del impacto personal que causa en las personas y ha creado un ambiente de lucha entre generaciones muy diferente a las del pasado.

Hoy las personas no corren por los derechos humanos, por aprender, por ser lideres y descubridores de soluciones a muchos males de este siglo y del pasado. En vez de luchar por destruir la droga casera, se cierra los ojos a estas situaciones. Cada día más jóvenes y niños, inclusive personas adultas, caen en este flagelo, sin que las autoridades competentes persigan este delito en los que la distribuyen, sino que corren a apresar a aquellas personas por su apariencia de adictos.

Las iglesias están en una carrera por templos más grandes y más personas que los llenen, sin pensar en la labor social que se requiere a todo nivel en las calles de las ciudades y escolares de todo nivel.

La apariencia, la vanagloria humana nos persigue, carcomiendo la vida de las ciudades, en falta de educación no únicamente escolar, sino  espiritual.

Al momento de hacer la obra del Señor, no debemos pensar en denominaciones, en legalismos cristianos, en fanatismo y otras cosas que impiden el crecimiento de la sociedad en general. Si fuéramos los únicos que Dios tiene en cuenta para que queremos que nuestros hijos se capaciten en buenas escuelas, en universidades de prestigio y para que queremos que sean profesionales sobresalientes y que tengan un nivel de vida mejor del que tuvimos como padres.

Es bueno anhelar cosas grandes para nuestras generaciones, no es malo desear que nuestros hijos estudien se capaciten y salgan adelante. Lo malo es la forma en que lo queremos obtener en ocasiones, aun a costa de los propios deseos y anhelos de nuestros hijos.

Es mejor un excelente carpintero, a tener un profesional mal capacitado o que no tenga los talentos y vocación  requeridos para llegar a ser un profesional sobresaliente.

Al ayudarlos a alcanzar estos logros los estamos empujando a mezclarse en una sociedad que no tiene un gran respaldo espiritual y nosotros tenemos que dar libertad a nuestros hijos para que labren un buen camino en la vida y den fruto abundante; gracias a las enseñanzas cristianas que tuvieron en nuestros hogares.

Nuestro testimonio es para todos, cristianos evangélicos o de cualquier denominación. Debido a que no sabemos cuando Dios va ha hacer la obra en alguna otra persona, por medio de su Santo Espíritu y nosotros.

Únicamente voy a tomar este versículo sin acompañamiento y es base fundamental de la fe de un cristiano evangélico. 1 de Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 

¿Que es ser el templo del Espíritu Santo de Dios? Es todo,  todo es mi cuerpo, tu cuerpo, nuestros cuerpos, que son santos para Dios, para que el se complazca en nosotros. En nuestra limpieza de corazón, en nuestro amor por Él. Esto quiere decir que nuestra mente es para Él, nuestros pensamientos y deseos, los amores de nuestra vida que deben ser nuestros hijos primeramente y familias en general.

Ser santos para Dios no es ser como un ángel que anda por la tierra sin tocar el suelo, sin contaminarse de las demás personas y un largo etcétera que tenemos en la mente, en ocasiones.

Somos o debemos ser hijos de Dios,  buenos hijos, que honramos a nuestro padre que nos ama eternamente. Hijos que caemos, nos levantamos, lloramos cuando nos afligimos, tenemos diferencias y muchas cosas más, que no deben impedir que nos acerquemos al trono de la gracia no solo a pedir misericordia, sino que también nos acercamos a pedir consejo, a valorar ese consejo y a seguirlo.

Muchas veces las personas dan consejos desatinados, que pueden parecernos sabios, dan consejos egoístas disfrazados de bondad, consejos mentirosos, porque desconocen la verdadera armonía con sus hermanos. En ocasiones seguimos nuestros propios consejos carnales y terminamos recibiendo lo que hemos sembrado.

Por esta razón hay muchas cosas que debemos aprender de Dios y su palabra, no del hombre. Recordemos que en Oseas 4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. 

Ese conocimiento lo aprendemos cuando conocemos el idioma, las palabras y su significado, cuando nos instruimos sin importar la edad que tengamos.

Jesús nos dio autoridad, nos dijo en Juan 14 14:12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 
14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 
14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Esto quiere decir que no necesitamos pedirla nuevamente cuando le hemos creído, cuando es nuestro Señor y Salvador personal. Sino que actuando en fe, con autoridad en su nombre que es sobre todo nombre alcanzamos las victorias.

El temor a desaparecido de los corazones de los hijos, la libertad y falta de limites se apodera de todos, debido a que falta consejo, falta temor y amor a Dios. Falta verdadero conocimiento, la inmediatez, ansiedad, estrés, vanagloria humana y una cantidad de palabras que definen los estados de las personas, especialmente la juventud, esta acabando con la autoridad, con el temor a ser un transgresor.

No debemos rechazar al caído, al que no conoce de Cristo, debemos aceptar a todos; sin aceptar su pecado. Somos hechos a imagen y semejanza de Dios, si Dios es nuestro padre, debemos honrarlo, demostrar esa gran verdad y alejarnos de los estereotipos que supuestamente hacen a los buenos cristianos.

Ser templo del Espíritu Santo de Dios, es valorarnos de una forma real. Ser templo del Espíritu Santo es saber que mejor es tener un poco menos, pero guardarnos del pecado.

Es descubrir nuestra verdadera vocación y luchar el tiempo necesario para capacitarnos a pesar de las dificultades, seguir a los mejores aprendiendo de sus enseñanzas unidas a sus buenos ejemplos. Saber que aunque no seamos unos potentados o políticos reconocidos o que se yo que quiera cada persona en sus propios sentimientos y capacidades.

Es anhelar ser reconocido no por nuestro vida lujosa, la iglesia grande y hermosa donde nos congregamos, no por nuestra profesión brillante, sino que nuestro nombre sea reconocido en el reino de los cielos.

¿Has pensado de que forma estas agradando a Dios y que labor estas desempañando para su honra, gloria y alabanza?

Hay un dicho popular que dice la palabra mueve, pero el ejemplo arrastra. ¿Meditas si estas tratando de dar un buen ejemplo o tus palabras dicen algo y tus hechos las contradicen?

Dios te bendiga