La riqueza del hijo de Dios

¿Cual es la mayor riqueza que tenemos?



El pueblo de Dios debe tratar de encontrar las riquezas que no perecen, como lo dice el evangelio en Mateo 6:19 No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. 20 Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. 21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.




Debido a que somos a veces carnales, no sabemos cuales son esas riquezas celestiales, que ya como cristianos disfrutamos en parte. Cuando anhelamos una bendición generalmente pensamos en cosas materiales de las que se carecen y en ocasiones son muy necesarias. No es malo desear la bendición económica que Dios da por medios, en ocasiones insospechados.



Llegan a nuestra vida cosas o negocios, en los que nunca se nos había ocurrido hacer labor y cuando comenzamos, nos damos cuenta que es exactamente lo que necesitamos para tener una mejor calidad de vida material y si se hace buen uso, ayuda a lo espiritual y a aquellas personas que requieren apoyo de parte de sus hermanos.



Las riquezas celestiales que podemos usar en nuestras vidas, son los dones y talentos que Dios nos da para prestar un mejor servicio en medio de las congregaciones y para convencimiento de los incrédulos. También para una vida abundante, llena de alegrías y bendiciones nuevas cada día.


Debemos establecer prioridades. Saber que cumplir nuestros deberes cristianos, unidos a los deberes seculares, van a ser de gran bendición para todos los hijos de Dios. De nada vale ser un cristiano a medias, congregandonos y predicando el evangelio si no testificamos con nuestras buenas aptitudes y cumplimiento de los deberes en todas las áreas de la vida.

Ejemplo de un cristiano exitoso fue Job. Cuando fue probado en la tribulación, acepto calladamente el sufrimiento sin maldecir a Dios, espero y confío en que Dios iba a restaurar su vida o a llevarlo con Él. Confió en el propósito de Dios y su sapiencia y fue recompensado.

Era cumplidor de su deber, aunque no lo fueran los demás. Y finalmente reconoció la deidad de Dios y dijo: Job 42:5 De oídas te había oído;

Mas ahora mis ojos te ven.


Job no tenía recibos de servicios que pagar, en aquella época eran tributos y seguramente Job era de los primeros en cumplir con las leyes. No había supermercados donde comprar y supuestamente todo era incómodo, difícil, no contaban con las comodidades de un teléfono para llamar a sus hijos y preguntar cosas, como hacemos hoy en día los padres o amigos.

Job era dueño de una gran hacienda, labraban la tierra y era muy rico. Tenía grandes obligaciones para cuidar su patrimonio, la palabra dice en Job 1:1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

Cuatro principales cualidades que lo abarca todo en la vida de Job. Quizás nos parezca difícil tener esas normas tan perfectas para nosotros, pero si damos un paso a la vez, vamos cumpliendo en el día a día de nuestras vidas, los compromisos y deberes unidos a la comodidad con que contamos casi todos hoy, alcanzando una vida tranquila, con una llenura del Espíritu Santo de Dios que se va a manifestar en todas las cosas y momentos, dando testimonio de nosotros el mismo Espíritu Santo, como dice la Biblia.

Muchas veces pecamos por omisión, no cumplimos sencillas normas de vida y es una puerta abierta por donde se escapan la sanidad y la salvación. El hecho de no saber estas cosas, no quiere decir que tenemos una justificación para que Dios pase por alto nuestras faltas. Como cristianos debemos aprender cada día la forma no sólo de agradar a Dios, sino también de agradar al hombre. 

Esto quiere decir que si vivimos de una forma egoísta, pensando únicamente en nuestra comodidad, en la comodidad de nuestros seres queridos más cercanos y dejamos que los demás se las arreglen como puedan, no estamos sembrando lo suficiente para que las bendiciones completas que anhelamos nos alcancen.

Dios es Dios de orden, muchos cristianos vivimos en desacuerdos familiares y en complicaciones con nuestros vecinos y amigos, vivimos en sillones de comodidad, sin querer hacer la obra, hablar de la palabra de Dios y orar por convencimiento de las almas; aunque siempre estamos queriendo la bendición de Dios y nos decepcionamos cuando vemos que las cosas no salen como deseamos.

Dios no quiere esclavos, no le agrada la esclavitud de las almas, dice que conoceremos la verdad y la verdad nos hace libres. Somos libres de cumplir con sus mandatos o simplemente vivir conforme a la carne, sin la protección y cobertura de Dios.

Cuando vivimos cometiendo las mismas faltas una y otra vez, sin retroceder o siquiera detenernos a pensar, cuando no obedecemos a los mayores y queremos vivir cómo nos complace a nosotros, también debemos responder por nosotros mismos. 

Hay momentos muy tristes y reales en la vida actual, que nos hace pensar como debemos cambiar las estrategias en la educación, disciplina de niños, jóvenes y mucho más, para obtener mejores resultados de los que se están viendo. Los mayores somos responsables hasta cierto punto de los menores, siempre y cuando ellos quieran escuchar. 

Cuando una jovencita de quince años le dice a su madre: "Es que tu no me dejas salir, no me dejas tener novio, yo tengo derecho a ..." o un joven dice: "Ya no quiero estudiar, quiero hacer lo que quiero, quiero trabajar y vivir mi vida", como vamos a manejar estas situaciones y otras peores que todos los días están sufriendo los adultos por los motivos que sean.

Cuando los hijos dependen de los padres, los jóvenes de los adultos y una gran cantidad de situaciones en que se depende de otros, hay deberes y obligaciones de parte y parte y no debemos permitir que los menores tomen los lugares de los mayores.

La soberanía de Dios abarca toda nuestra vida y Dios nos deja vivir los procesos para que aprendamos de ellos. Como paso con el pueblo de Israel en el desierto, dieron vueltas durante cuarenta años hasta que aprendieron y pudieron tomar la tierra prometida. Aunque Dios no los desamparo, siempre estuvo  con su pueblo y prueba de ello es el relato en la Biblia de cuando Balac llamó a Balaam para que maldijera al pueblo israelita diciéndole ¿Podrías venir para echarles una maldición?  no pudo, porque era más grande el temor de Balaam hacia el Dios de Israel que el ganarse el dinero y la honra humana que le daría Balac en caso de que maldijera al pueblo y resultara eficaz la maldición.

Dice en Números 24:10 Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus manos le dijo: Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has bendecido ya tres veces. 
24:11 Ahora huye a tu lugar; yo dije que te honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra. 
24:12 Y Balaam le respondió: ¿No lo declaré yo también a tus mensajeros que me enviaste, diciendo: 
24:13 Si Balac me diese su casa llena de plata y oro, yo no podré traspasar el dicho de Jehová para hacer cosa buena ni mala de mi arbitrio, mas lo que hable Jehová, eso diré yo? 

Vemos que la protección de Dios es mayor que la de cualquier hombre sobre la tierra. Por esta razón la bendición del altísimo es algo invaluable para cada cristiano y debemos sentirnos con mucho gozo cuando contamos con ella en medio de la alegría y también en la tribulación.

Recordemos esta porción bíblica que nos dice en Romanos 8:38 por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Dios te bendiga