¿Cómo nos quiere Dios?

 Frio, Tibio, Caliente

Apocalipsis 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 

16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.

Cuando leemos este pasaje Nos damos cuenta que Dios no quiere medias tintas, personas que no se definen, no toman un lugar específico, siempre están tratando de evadir el sí o el no que deben decir para solucionar una situación conflictiva o únicamente tomar una posición de fe y mantenerse en ella. 

Definirnos como personas independientes, altruistas, conocedoras primeramente de la palabra de Dios y seguidamente de su voluntad, muchas veces es muy difícil porque nuestra carnalidad nos impide ver esa voluntad que supuestamente seguimos.

Cuando prestamos un servicio a Dios, nos congregamos regularmente y en apariencia somos cristianos debemos tener en cuenta varias cosas en nuestra vida personal.

Sabemos que formamos parte de un cuerpo, que es el cuerpo de cristo como lo dice en 1 corintios capitulo 12.  Pero tenemos una vida espiritual propia y una familia independiente a la familia de Dios. Estamos acostumbrados a pensar que como cristianos tenemos derecho a intervenir en la vida privada de nuestros hermanos en Cristo y sobre todo a exponerla con otros miembros de la congregación.

Esto no edifica en muchas ocasiones, debido a que nos creemos sabios en nuestra propia opinión y creemos tener la solución de una forma fácil para todas las situaciones. 

Todas estas situaciones en ocasiones pueden hacer que nos alejemos de nuestros deberes cristianos o que demos una apariencia que no es la real. Aunque Dios sabe lo que acontece en nuestras vidas y su santo Espíritu que no somete nuestra voluntad, sino que espera amablemente a que lo invitemos. En Lucas 11: 13 Jesús nos dice que su padre celestial dará el Espíritu santo a quienes lo pidan.

La obra del Espíritu santo en la vida del cristiano es renovadora, regeneradora y es nuestro paracleto, da testimonio de los hijos de Dios. 

Cuando impedimos que estas labores las cumpla el Espíritu santo en nuestras vidas,  no tenemos la plenitud de Cristo, no podemos escuchar su voz y se presentan inmensas faltas que impiden que seamos bendecidos al mismo tiempo que somos bendecidores de nuestros hermanos.

Cuando dejamos que la labor del Espíritu Santo no se realice en nuestras vidas, estamos siendo desobedientes, no estamos en la verdadera gracia de Dios, que nos exhorta a someternos a su voluntad y no a la carne. 

Cuando nos aferramos a partes de la biblia y no cumplimos con los preceptos cristianos más fáciles. Tratamos de evadir pasar por donde debemos, para ser capacitados y perfeccionados para que la obra de Dios, sea que esta obra se realice en un ministerio o simplemente cumpliendo con nuestros hogares; estamos siendo desobedientes a la voz de Dios.

Esto es manifiesto en nosotros y en nuestras vidas. En el éxito o fracaso de nuestros emprendimientos. No en la riqueza o pobreza de los cristianos, que lo único que manifiesta es lo hábil que se puede ser en los negocios. Y los cristianos de esta iglesia eran ricos monetariamente, pero su relación con Dios estaba lejos de ser la debida. Estaban llenos de orgullo y de hay derivaba su pobreza y ceguera espiritual.

La bendición de Dios en nuestras vidas, es aquella que nos impulsa a seguir adelante a pesar de cualquier dificultad o lucha que tengamos en momentos de nuestro día a día. Es aquella que nos hace sentirnos llenos, satisfechos, con un gozo extraordinario, cumpliendo nuestros deberes, aunque no sean cristianos.

Cuando queremos estar en el lugar de Dios, en el lugar del pastor, de un ministerio que no nos corresponde, en el lugar de los ancianos, de nuestros mayores porque no sabemos escuchar la voz de Dios, no vamos a poder estar en paz, confiados en su provisión de la clase que sea.

De eso trata esta porción bíblica, de ser tibios, de una forma que a veces escapa hasta a la sensatez de un buen pastor.  En el verso18 dice: Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Comprar oro refinado en fuego, es rendirnos a Cristo y saber que en la dura prueba el nos va a sacar adelante y vamos a dar testimonio de la bendición por haber obedecido a Dios. Jesús compro oro refinando para toda la humanidad con su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz. 

Ya nosotros no tenemos que pedirle a Dios que pase esa copa de dolor en nosotros, para ser salvos. Ya Jesús la bebió y nos dio salvación y vida eterna. Ahora nosotros debemos mantener ese lugar celestial que adquirimos cuando recibimos a Jesús como señor y salvador personal.

Como hermano mayor Jesús nos lleva de la mano con sus enseñanzas a comprar oro refinado en fuego. Tener vestiduras blancas es parte de la obediencia que debemos tener en nuestra vida cristiana. Cubierta nuestra desnudez, sin vergüenzas, nuestros ojos lavados con el colirio celestial, la medicina que requieren nuestros ojos para quitar la ceguera.

Es muy fácil caer en la decadencia espiritual cuando estamos sentados en lugares cómodos y llenos de riqueza material. Alejarnos cada vez más de la verdad y fe cristiana, ser tibios y olvidar la gracia que hemos recibido.

¿Te has preguntado si estas en el camino correcto de Dios? ¿Cómo sabes que el ministerio que ejerces es aquel para el que fuiste llamado? ¿Eres o has sido siempre un cristiano de servicios o realizas una labor cristiana por muy sencilla que sea? ¿Estas en obediencia a las personas en eminencia de tu congregación y familia? Estas y otras preguntas debemos hacernos para poder asegurar nuestra sanidad, santidad y bendición.

Dios te bendiga