Nuestra relación con Dios y el hombre


Mis relaciones con el hombre


Isaías 55:8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 

9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.


Sabemos que nosotros Tenemos nuestros propios pensamientos y sentimientos. Ellos nos hacen desear y sentir en forma diferente a las demás personas. Esto es aceptable y respetable siempre y cuando no estemos tratando de dañar el derecho de los demás a ser diferentes y tener anhelos propios.


Para nosotros ser unos jueces aceptables a Dios, primero debemos tratar de entendernos a nosotros mismos y nuestras motivaciones. Entonces es cuando seremos ayuda idónea para los demás y podemos ayudarles a entender su falta de capacidad para entender algunas cosas.

Sabemos que necesitamos ser comprendidos, no señalados y esto nos ayuda a crecer día a día. Comprender no es aceptar nuestras malas actitudes o faltas.

Los pensamientos de Dios son pensamientos buenos, sus caminos son mejores que los nuestros. Debemos comprender que no siempre queremos lo que Dios quiere para nosotros y Dios es paciente, nos ayuda a entender nuestras propias necesidades e incapacidades en la medida que lo dejemos obrar en nuestras vidas.

Casi siempre nos sentimos satisfechos de nuestra relación con Dios, nuestra vida de oración y muchas cosas espirituales más que forman un todo con nuestra vida diaria y secular.

Pensamos que eso nos da derecho a criticar a los demás y señalar sus buenos o malos comportamientos, sin detenernos a pensar en nosotros y nuestras propias actitudes.

Esperamos cambios en las personas, sin cambiar nuestra actitud nosotros. Queremos hacerle ver a los demás que necesitan tal o cuales cosas para obtener las bendiciones de Dios o simple y llanamente pensamos que esa persona no merece nuestro consideración y tiempo.

También tenemos tendencia fácilmente a cambiar los roles y querer hacer o ser como los demás. Cuando en realidad debemos trabajar en nosotros mismos y tratar de crear una personalidad, carácter e identidad más saludables.

Por esta razón muchas veces creemos que tenemos una excelente relación con Dios y que todo lo que hacemos esta bien. A pesar de que Dios nos habla y muestra principalmente en su palabra lo que quiere de nosotros, nos hacemos los sordos y seguimos para adelante como un tren sin estaciones.

Para saber primeramente como esta nuestra relación con Dios, debemos estar seguros de como es nuestra relación con los demás.

1 Juan 4: 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Entonces si somos incapaces de amar a las personas o como dice la palabra a nuestros hermanos, como podemos amar a Dios que no lo hemos visto.

Podemos hacer un ejercicio muy fácil para poder entender si estamos en armonía con Dios y los hombres. No es necesario mostrarlo o siquiera guardarlo, conque lo realicemos y meditemos en él, vamos a entender como están nuestras relaciones personales con Dios, la familia; los hermanos y demás personas.

Gracias a Dios no estamos en los tiempos bíblicos y las mujeres ocupamos un papel más relevante y justo en la sociedad.

Vamos a anotar estos cinco puntos y respondernos con toda honestidad.

  1.  ¿Como son mis relaciones familiares, cuento con ellos y siento un apoyo real en las crisis?
  2. ¿Respeto el espacio de cada uno de ellos? 
  3. ¿Cuántas veces he tenido diferencias con familiares y amigos?  
  4. ¿Con cuantas personas cuento que no sean de mi núcleo primario familiar?
  5.  ¿Soy respetuoso(a) en los momentos de diferencias personales?

Si has notado que contestaste dos o más preguntas en forma negativa, necesitas ayuda y comenzar a pensar en si quieres tener una vida abundante en Cristo o prefieres seguir un camino de soledad o amargura.

Estas habilidades deberían existir en todas las personas, pero lamentablemente no es así, debido a que algunas causas impiden que todos contemos con ellas.

El respeto se aprende, no es una teoría que podemos enseñar sin haber tenido ejemplos de respeto. En la medida que hemos sido respetados y enseñados, sabemos los limites y podemos entender el respeto a la vida, a los mayores, a los niños y a toda persona y lugares que hay sobre la tierra.

Podemos aprender mucho de situaciones y circunstancias en la vida. Los primeros indígenas, adoraban la tierra, sus frutos y ello los llevaba a amar y cuidar la naturaleza, a cazar lo necesario y no destruir su entorno.

Aprender a respetar las diferencias y el entorno de los demás, nos ayuda a ser mejores cada día. Debemos aceptar nuestras incapacidades y corregirlas. Cuando no reconocemos que estamos solos porque somos egoístas y no aprendemos a compartir y respetar, nunca vamos a tener paz.

Decía un día un pastor en una enseñanza: “Nuestra vida debería ser como la cruz, el madero vertical simboliza nuestra buena relación con Dios y el madero horizontal nuestras relaciones con el hombre”.

Dios te bendiga siempre