El perdón y la restitución

Todo es posible para el que cree. Entonces como decimos que somos cristianos, pero nos es imposible renunciar, restituir, bendecir?

Vemos como Jesús dijo en Marcos 9:23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 9:24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 


El padre le contesto de una forma muy sabia, porque en medio de la desesperación para que Jesús sanara a su amado hijo, tuvo claridad de mente para explicar un sentimiento de debilidad humana; imposible de controlar por el mismo sin la ayuda de Jesús. 

Humildemente reconoció su dependencia para ayuda de fe en una sanidad, no solamente en su hijo, sino también en él. Necesitamos de Jesús, de Dios, de su Santo Espíritu, para todo en nuestras vidas, especialmente para recibir perdón cuando ofendemos constantemente a los demás.

De nada sirve pedir perdón si no restituimos. La restitución es una parte importante, para sentirnos en paz y redimidos. La primera parte es el perdón, que aunque no lo recibamos de aquellos a los que ofendimos, dimos el paso de reconocer nuestro error y ser libres.

Algunos cristianos creen que pedir perdón y no hacer nada para restituir, no lo que se daño, no lo que se perdió, porque casi siempre es imposible restituir los daños morales, devolver el tiempo perdido y muchas cosas más. Solamente lo terrenal, lo económico, se puede casi siempre restituir. Y cuando dependemos de Dios sabemos que Él, da más abundantemente de lo que puede dar el hombre. 

Si no hay un cambio, una renovación de nada sirve justificarnos, pedir perdón, disculparse y otras razones más que utilizamos los cristianos para sentirnos en nuestra carne como buenos hijos de Dios, cuando en realidad estamos violando la naturaleza del verdadero perdón y estamos perdiendo el camino de salvación que debemos seguir.

Nos sentimos frustrados cuando a pesar de nuestra buena intención, del esfuerzo que hacemos para acercarnos a una persona y decirle lo que sentimos y que nos perdone, encontramos un muro de incomprensión. 

Estamos siendo egoístas, no pensamos si la persona esta preparada para perdonarnos, debido a que en ocasiones las ofensas son tan repetitivas, que de nada sirve pedir perdón a menos que solucionemos esa parte de nuestra vida que no nos deja ser mejores.

Y es lógico que sintamos ese tropiezo, ese rechazo, debido a que nuestra culpa la queremos justificar, más no la llevamos a la presencia de Dios, pidiéndole guía, dirección, para que cuando lleguemos a esas personas, recibamos el perdón o la justificación esperada. Porque hemos entendido la causa del enojo de los demás y no queremos seguir causandolo.

Cuando nos acostumbramos como cristianos a que debemos perdonar y pedir perdón para estar en paz y que Dios también nos perdone, no lo hacemos en la forma debida. Utilizamos mal un recurso cristiano, no tratamos de encontrar en nuestro interior y con la ayuda del Espíritu Santo las razones o la razón que nos motiva a ofender, a desobedecer o ha hacer cualquier otra cosa que ofende a nuestros hermanos, a nuestros mayores, a nuestros menores y así una larga lista de personas que van inconformes con nuestras actitudes y que nos mantiene alejados de ellas.

Cuando vamos a la luz de la palabra para resolver nuestras diferencias, nuestros odios, rencores, raíces de amargura y toda una serie de emociones que nos provocan los demás, vamos a encontrar una solución de raíz, para nosotros, nuestra paz, nuestra verdadera justicia, que es la que Dios nos da. 

Cuando decimos "somos cristianos" pero somos incapaces de resolver los conflictos que nos agobian, la razón esta en que no quebrantamos nuestras vidas delante de la presencia de Dios para que nos ayude a encontrar esa solución.

La gran mayoría de cristianos tienen grandes conflictos en las congregaciones, en sus hogares, con sus amistades y así. Todo porque le falta la madurez para aceptar que las soluciones en ocasiones hay que dejarlas al tiempo de Dios, para que el obre. No solamente en los demás, sino también en nosotros, sin olvidar que debemos ser como niños.

Ser como niños, recordemos lo que dice en Mateo 18:3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
18:4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.
18:5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.


Estos versos no son leídos con la comprensión debida en ocasiones. Ser como niños, no quiere decir ser fluctuantes, necesitar leche cuando ya podemos comer solido. Como se expresa el apóstol Pablo de las personas no espirituales, diciendo en 1 Corintios 1: 3:1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 

3:2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía.

Ser niños, es ser limpios de manos, levantar manos santas delante de la presencia de Dios y como dijo Jesús en el sermón del monte en Mateo 5:8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Así acontece cuando no hemos conocido la obra del Espíritu Santo en el cristiano, en nuestras vidas. Cuando Dios nos da un alto, nos manda a retroceder, a no intentar solucionar en nuestra carne los conflictos; debemos esperar confiadamente en su obra renovadora y saber que el es todopoderoso, pero también es Dios respetuoso del libre albeldrio que dio a cada uno.

El tiene paciencia y espera que cada persona escoja libremente el camino de la verdad y la salvación. El nos ha dado entendimiento, nos da su palabra, una inteligencia para saber lo que debemos hacer.

¿Has reflexionado porque no puedes estar en paz con las personas a pesar de pedir perdón y tratar de resolver los conflictos? ¿Sabias que debes restituir y que es restituir? dice en Colosenses 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

Dice que hagamos morir lo terrenal en nosotros, lo terrenal se refiere a aquellas cosas en las que caemos una y otra vez, sin dejar de hacer siempre lo mismo. Las personas desordenas, llenas de malos deseos, con avaricias, muchas veces no se alejan de ellas, porque no son conscientes de ellas. No somos conscientes de nuestro propio pecado, debido a que no crucificamos la carne, no entregamos a Dios nuestros pensamientos y corazón.

"Una hermana me contaba de la gran diferencia que tenia con una de sus hijas. Ella siempre quería mandarla, siempre tenia una justificación para su mal proceder con ella, vivía criticándola y hablando mal de ella. Se aprovechaba de una forma descarada del dinero de ella y siempre estaba endeudada y tenia una excusa para no cumplir con sus obligaciones a tiempo. Me decía: Hay hermana ya no se que hacer, la verdad es que no quiero ni verla, he orado tanto al Señor por ella y no veo la respuesta."

Así nos acontece a todos en algún tiempo de nuestra vida con las personas o quizás nosotros mismos tengamos esas malas actitudes, que dañan las buenas relaciones de familia. 
¿Cual crees que seria una buena forma de restituir las buenas relaciones y que esa madre, hermana, hija, restituya para que haya paz y armonía entre ellas?

Y recuerda que si quieres vivir en victoria, lleno de bendiciones, debes aprender la palabra, vivir la palabra y decirle a Dios, como aquel padre le dijo a Jesús: Creo; ayuda mi incredulidad.  Cuando contamos con la ayuda de nuestro hermano mayor, todo es posible.

Dios te bendiga