Jesús y la mujer samaritana

“Dame de beber”

Juan 4:10  Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva.


En este versículo hay algo tan fundamental que debemos experimentar la palabra viva de Dios en nosotros y nuestras vidas para entender cuando Dios nos dice: “Dame de beber”.

Jesús se lo dijo a la samaritana junto al pozo de Jacob en Sicar, y todavía hoy nos dice las mismas palabras, cuando alguna persona tiene necesidad de beber de esa agua que salta para vida eterna que es Jesús y se la negamos, este pasaje es un recordatorio de lo que Dios espera de nosotros.

¿Sabes que exige Dios de ti? ¿Sabes que exige Dios de sus hijos? Dios exige que tengamos la misma misericordia que Él ha tenido con nosotros. Y cuando nosotros la negamos, se la estamos negando a Él.

Hay cosas que son tan necesarias y otras que en realidad no tienen ningún valor delante de Dios y de las que en algún momento vamos a darnos cuenta que hemos perdido el tiempo y las energías luchando por cosas que perecen, olvidándonos de todas aquellas que dan fruto y son eternas.

Miqueas 6:6-8.  ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios altísimo?

¿Conque te presentas tú ante Dios? ¿Estas cumpliendo con aquello que te comprometiste al reconocerlo como tu Dios?

Debemos reflexionar, detenernos en el diario vivir y pensar en lo que hacemos, en que estamos haciendo, si estamos dándole de beber a Jesús cuando él nos pide de beber.

No sé cuál sea tu momento cristiano, pero si es de bendición recuerda todas aquellas promesas que un día le hiciste a Dios para aquellos días en que te bendijera y cumpliera sus promesas para con tu vida.

Si es de dificultades y procesos, no te dejes vencer porque la victoria se acerca y Dios siempre va a esperar que le des de beber, para el poder llenar ese cántaro y que salte para vida eterna y nunca se agote esa agua viva que Jesucristo prometió dar.

Como la mujer samaritana de la historia, muchas veces tenemos esos maridos que le sacó a relucir Jesús y que podemos compararlos a las cosas que están reemplazando a Jesús en nuestros corazones y nos impiden darle de beber.

Quizás no estés en adulterio, pero tu corazón fornica constantemente  con los deleites de la carne.


Con esta corta reflexión quiero hacerte ver si Jesús te ha dicho “Dame de beber”. 


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