Vid o Higuera
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer. Juan 15:5.
Hermosa
palabra nos da el Señor en este verso, él se compara a una vid y a nosotros con
pámpanos, vástagos de una planta delgada y aparentemente débil, pero que es
fuerte y produce mucho fruto.

Las mejores
vides son las plantadas en tierras acidas y secas, muy poco se desperdicia de
esta planta porque las hojas sirven envolver alimentos dándoles un sabor característico
y delicioso, tienen propiedades medicinales y también los zarcillos, las
pepitas, la savia y de la vid roja se saca aceite.
Ni que decir
de las propiedades y beneficios de la uva, de la cual se elabora vino, se hacen
uvas pasas, en jugo llamado mosto, es una fruta que sirve para la salud
ampliamente.
Esto nos
dice mucho sobre lo que Dios espera de nosotros como sus hijos, nos habla de un
hermoso fruto, que seamos unas uvas grandes, jugosas que den salud; así como el
buen fruto que debemos ser.
Pero hay
algo contrario al fruto y es la resequedad espiritual que impide que muchos den
fruto o aquellos que como la higuera que maldijo Jesús, aparentan tener fruto
porque están frondosos de tantas hojas, engañan haciendo pensar que por lo
hermoso de su follaje y la abundancia de este, son arboles fructíferos y en
realidad no dan fruto, sino que son hipócritas aparentando mucho fruto.

Este pasaje
es digno de resaltar y entenderlo para que sepamos que Dios no miente cuando
dice que todo árbol que no de fruto será cortado y echado al fuego.
Dice en Marcos
11:12-14 Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. Viendo a lo lejos una higuera que tenía
hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella sólo encontró
hojas, porque no era tiempo de higos. «¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!», le dijo a la higuera. Y lo
oyeron sus discípulos.
Muchas personas
no entienden la razón por la que Jesús maldijo la higuera, el árbol tenía
muchas hojas y hay una parte importante en el crecimiento de esta planta y es
la relación que hay entre el fruto y la hoja.
Los higos
pequeños o taksh aparecen al mismo tiempo que el eje de la hoja y es comestible
y muchas veces se recoge para venderlo en los mercados y este taksh aparece con
las primeras hojas que salen en la primavera y si un árbol de higuera con hojas no tiene taksh o
higos pequeños, es estéril durante toda la estación.
Sabiendo esto
podemos llegar a la misma conclusión que llego Jesús, cuando se acerco a la
higuera llena de hojas y frondosa pero sin fruto. Jesús tuvo toda la razón al
declarar a la higuera estéril, ya que él pensaba que podía encontrar algo y después
de buscar nada hallo sino hojas dice la Biblia.
Así son algunas
personas en la vida en general, dan apariencia de fruto, tratan con amabilidad,
con alegría o quizás demuestran querer ayudar a los demás, pero en realidad son
estériles como la higuera, se escudan en un aspecto agradable para ocultar su hipocresía
y dureza de corazón.
Muchas veces se
sienten buenos, sienten que lo saben todo y actúan de igual forma, sin darse
cuenta que no siembran, pero si quieren recoger donde otros han sembrado,
quieren que los demás siempre den y ellos no dan, no cuidan, no podan los
pequeños árboles que están a su alrededor y de los cuales pueden hacerse cargo
amorosamente para dar abundante fruto.
Poco a poco estas
personas van quedando solas y no saben la razón, atesoran propiedades terrenales,
ropa en abundancia, lujos, comodidades y muchas otras cosas que de nada les
sirven; pero que reemplazan el afecto que deben dar y que podrían recibir si
fueran un poco más desprendidas, atentas, dulces y llevaderas.
Para recibir hay
que dar y cuando siempre hemos querido recibir y nunca se ha dado nada,
llega el tiempo en que no reciben más nada y se sienten ultrajadas y prefieren
seguir un camino de soledad y resentimiento contra todo y todos.
Por eso en este
momento quiero que hagas una reflexión y te hagas algunas preguntas referentes
a lo que has leído, como por ejemplo:
¿Soy un pámpano o
una higuera llena de hojas hipócrita y sin fruto?
¿Qué voy a hacer
a partir de ahora para cambiar si soy una higuera o que voy a hacer para seguir
creciendo y desarrollarme terminando en un hermoso gajo de uvas?
¿Estoy en paz con
los que están a mí alrededor o nunca me ha interesado saber lo que afecta a los
demás, aunque yo sea culpable en ocasiones?
Quizás tú puedas
agregar otras preguntas a estas y hacer proyectos y nuevas metas en el Señor
para que des abundante fruto y recibas el mejor reconocimiento, que es aquel
que viene directamente de Dios.
Dios te bendiga
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