Celos Ministeriales

¿Cuándo es bueno el celo ministerial y porque?

¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: !!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Romanos 10:15

El celo ministerial no es tal; son celos carnales que no dejan prosperar la iglesia de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando hay verdadero celo ministerial hay una profunda necesidad de guiar, de enseñar, de hacer crecer la obra de Dios, dejando que las personas que tienen dones y talentos crezcan y sirven en amor a Dios.

Generalmente las personas somos prejuiciosas, estamos llenas de prejuicios, nos gusta que los demás piensen y actúen como nosotros y como creemos que deben actuar.

Si llega a la congregación un hermano(a) diferente, con un temperamento amistoso, quizás triste o que se yo de la forma que sea, pero que no es igual al que la congregación está acostumbrada a manejar, se le hace a un lado, se trata de impedir que participe en algunas cosas que pueden ser importantes para ellas y que nosotros ya conocemos y podemos darle el lugar para que aprenda teniendo experiencias especiales que la llenen.

Todas las personas que llegan a una congregación tienen una gran necesidad, en ocasiones grandes sufrimientos y para eso está la iglesia, para llenar las necesidades principalmente espirituales de las personas de las comunidades en las que se desarrolla.

El celo o los celos ministeriales los practican aquellas personas que hacen de su labor ministerial una forma de vida. En realidad hay que tenerlos para protegerse de aquellos depredadores que encontramos en todas partes del mundo. Pero cuando es utilizado como arma para deshacer otros ministerios nacientes o para impedir que otras personas hagan una labor que aunque no sea mejor que la nuestra, que si es mejor en muchos casos, debido a que vienen con nuevas ideas, con el primer amor y grandes deseos de servir de corazón a Dios, es perjudicial, no solo para el que los siente, sino para el o los recipientes de esos celos ministeriales.

La obra de Dios se compone de muchas partes, porque el Espíritu Santo da los dones a quien el cree que tiene las cualidades y capacidades para usarlos. Cuando en la iglesia el cuerpo de Cristo está incompleto, la labor que desarrolla esta iglesia no es tan meritoria y agradable a Dios.

En ocasiones la obra no crece, los hermanos se van a otras congregaciones y también muchas veces los ministerios son ocupados por personas que no son las que Dios ha llamado a ocuparlos.

Hoy en día está sucediendo que algunos ministros de la iglesia evangélica están cambiando de denominación. Este fenómeno tiene varias causales.

Una de estas causales es el aburrimiento, los ministros se cansaron de ser los líderes, no refrescaron el ministerio. Alcanzaron la cima de la fama ministerial por medio de la predicación o la música y no encuentran otra forma de llamar la atención o quizás de nuevas experiencias que cambiando de iglesia y denominación al mismo tiempo. Les falta crecimiento, paralelo a un ministerio se debe llevar una vida de santidad y entrega a Dios en una relación personal con él.

También ministros que en su momento fueron líderes en las congregaciones y el cambio de pastores o la llegada de nuevos miembros los hacen a un lado y se sienten frustrados, debido a que están acostumbrados a ser ministros con mando.

“Comentaba un día un hermano que se había marchado de la congregación en la que estaba, debido a que él no tenía cabida de ninguna forma, el pastor y su familia tenían todos los cargos importantes y no se desarrollaban más ministerios que los de ellos. Todas las oportunidades y capacitaciones las aprovechaban ellos y lógicamente él quería servir a Dios con beneficios”.

Podemos pensar “bueno que abra su iglesia y así puede mandar el”, no es así, la iglesia es de llamado. La iglesia no puede estar fundamentada en los deseos del hombre y su carne. Cuando una persona tiene el vivo deseo de servir a Dios, de predicar, de llevar el mensaje del evangelio y no se llena ese deseo o encuentra tropiezo tras tropiezo para servir a Dios muchas veces se enfría, se aleja de la labor a la que es llamada.

No es la voluntad de Dios que esto suceda, es la voluntad del hombre, porque la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta.

Debemos meditar, aquellas personas que en realidad aman a Dios y quieren hacer una labor si  el celo ministerial está fundamentado en realidades que se viven o en el deseo carnal de ser el único o uno de los pocos ministros que sobresalen en la iglesia. debemos recordar que la gloria humana la mayoria de las veces choca con la Gloria de Dios.

¿Estas con tus actitudes, impidiendo que otros hermanos cumplan una labor dentro de tu congregación? ¿Tienes el suficiente amor en tu corazón para darle paso a la gracia de Dios por medio de otras personas que no seas tú?


Cuando creemos en un Dios grande y poderoso sabemos que tiene muchos lugares de servicio, muchísimas bendiciones para repartir entre sus hijos y debemos carecer de celos ministeriales. 

Dios te bendiga

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