Cuando nos edifica el testimonio del cristiano

El cristiano testifica

Cuando decimos que somos cristianos estamos confesando a Cristo. Somos redimidos por el sacrificio que él hizo en la cruz del calvario por todos y cada uno de los hombres sobre la tierra y tomamos libremente la decisión de recibirlo como único salvador y Señor nuestro.

La salvación es un regalo, una dádiva, no tiene ninguna condición para recibirla más que esa. Aunque debemos saber que debemos seguir un camino de santificación, de cambios, ya no vivo yo; sino que Cristo vive en mí.

Sabemos dice la Biblia que  la fe sin obras es muerta. Santiago 2:14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?

2:15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

2:16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?

2:17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 

Esto quiere decir que no podemos seguir en la banalidad de nuestra vida sin Cristo. Debemos también cambiar esta área de nuestra vida y dejar de servir a la carne y al mundo, para servir a Dios y su obra, así aumente el rebaño del Señor y todos aquellos que reciban el mensaje del evangelio lleguen a la salvación, como un día llegamos nosotros a los pies de Cristo gracias a la predicación de otra persona.

El cristiano debe testificar en todo momento, si no lo hace es tropiezo a otras almas y quizás muchos renieguen de Cristo por nuestra causa, por nuestro mal testimonio que aleja a muchos de la gracia de Dios.

Ejemplo de esto, sucede con muchos hermanos que en vez de edificar a aquellas personas que no pertenecen a nuestras congregaciones y quizás a ninguna otra denominación, alejan con su mal testimonio a estas personas.

“Un domingo varios hermanos de una iglesia en un barrio reconocido y sus moradores tienen solvencia económica, estaban en la acera conversando. Cuando una señora mayor les dijo amablemente “Permiso por favor”, una de las hermanas le dijo de manera un poco desagradable “No puede pasar por otra parte”, la señora guardo silencio y se bajó de la acera. Acercándose a otro vecino le contó lo que le había sucedido diciéndole “Y eso que son cristianos, no solo eso, sino que pasan con una cara seria y no dicen ni buenos días a nadie que no sea de su iglesia”.

Vemos aquí la mala educación de los hermanos, el mal testimonio que hace tropezar al que no pertenece a su misma congregación. La cortesía, la educación, la mansedumbre y un temperamento noble distinguió a nuestro Señor Jesús cuando estaba en la tierra. No solo debemos aprender de él, que es nuestra inspiración, amor y fe, sino también de todas aquellas personas que, siendo cristianas, aunque no sean de nuestra denominación tienen valores y una buena educación.

Este tema tiene tantas connotaciones que no basta una breve enseñanza para que aprendamos a tener el amor de Cristo en nuestra vida para todos, hermanos o no hermanos en la fe. Debido a que no sabemos cuándo Dios, padre, hijo y Espíritu Santo va a tocar un alma y ella va a nacer de nuevo, que lindo que sea no solo gracias a las buenas nuevas del evangelio, sino que hay un valor añadido llamado buenas costumbres, educación que no riñe con nada ni con nadie.

Santiago 2:15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

2:16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?

Esta es una realidad en muchas congregaciones, las cuales se olvidan de la verdadera obra de Dios y de sus hermanos en necesidad que padecen careciendo de lo más necesario; como es el alimento y vestido.

Si tratamos de esa manera a una persona desconocida ¿Como trataremos a nuestros hermanos en necesidad? ¿Cómo demostraremos que Cristo vive en nosotros y obra por nosotros?

Entristece ver y escuchar muchas cosas que dañan el buen testimonio de los cristianos. La falta de fe impide que seamos más dadivosos, que le hablemos a las personas del Señor y lo que quiere de los hombres. Impide que recibamos muchas más bendiciones de las que necesitamos. Se nos escapa la economía en cosas que no aprovechan, nos olvidamos de servir, como Jesús dijo en Marcos 10:45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. 

Si Jesús el hijo de Dios y rey, dijo estas cosas, quienes somos nosotros para que nos moleste hacernos a un lado en el espacio público y dejar pasar a una persona que está en todo su derecho para pasar y que además lo pide de buenas maneras.

¿Por qué avergonzarnos de ayudar a hacer cualquier cosa, cargar una bolsa de una persona mayor, ayudar a limpiar la iglesia, acompañar a un anciano, o cualquier otra necesidad de nuestros hermanos que padecen?


Esto no quiere decir que debamos perder nuestra dignidad y dejar que abusen de nosotros, o que las personas nos tengan en poco. Pero debemos recordar que humildad no es una palabra que denota pobreza u otra cosa que nos avergüence, sino un espíritu noble, merecedor de alabanza como lo fue Jesucristo hijo cuando humanado estuvo ejerciendo su ministerio en la tierra.

Debemos recordar que por medio de las enseñanzas edificamos, exhortamos y hablamos de parte de Dios. No debemos molestarnos y lanzar juicios por lo que Dios da a los hermanos, sino ser agradecidos con Dios por darnos claridad y palabra para mejorar nuestra vida cristiana, agradarlo y poder entrar en su presencia en actitud de gozo, gracias a que recibimos su palabra sin mirar quien la da, recibiendo lo que nos corresponde y desechando lo que no es para nosotros.

Dios te bendiga


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