El perdón de las ofensas
Cuando
hablamos de ofensas, estamos hablando de toda clase de ofensas. Muchas veces
las ofensas son continuadas, algunas veces es una sola ofensa leve, medio grave
y muy grave.
El ofensor a
veces no se da cuenta de que está ofendiendo a su prójimo, otras veces se da
cuenta de lo que hace y sabe que está mal, pero encuentra justificación a sus
malas actitudes, debido a que se acostumbra a hacer lo que quiere en su carne.
Hay
diferentes clases de ofensas. Las ofensas se vuelven muchas veces enfermedades
terminales o que carcomen por lo continuado o por la gravedad de ella.
El ofendido
la mayoría de las veces no reclama por las ofensas o cuando reclama no es aceptada
por el ofensor.
Los resultados de las ofensas son muy variados y en ocasiones sutiles
Las ofensas les
quitan el bienestar y tranquilidad a las personas.
Las personas
que son ofendidas pierden el gozo y no solamente el propio, sino el gozo que
dan otras personas alrededor del ofensor y el ofendido.
Aleja la
gracia de Dios en ambas partes, sino se detiene a tiempo y se perdona.
Algo más
grave que ocurre con las ofensas es que el amor se seca, cuando nos sentimos
agraviados de forma tal que perdemos la bendición no debemos corregir al
ofensor, porque no tenemos la capacidad y amor suficiente para corregir e
incumplimos con los mandatos divinos.
La Biblia
dice en Lucas 6:28 bendecid
a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
Nos es
imposible bendecir al que nos maldice y no oramos por los que nos calumnian. Necesitamos
ser tratados, guiados por Dios y esto requiere tiempo.
Después que
una pieza de porcelana se rompe, aunque se recupere hasta el último pedacito y
se pegue, nunca será la misma pieza original. Así es nuestro corazón estará herido
y cuando se recupere quedaran cicatrices.
Esto quiere
decir que no volveremos a ser los mismos; habrá cambios para mejor y en
ocasiones para peor. Cuando los cambios nos mejoran quiere decir que perdonamos
de corazón, las relaciones tardan en restaurarse, serán a otro nivel, se
madura, se conoce mucho más a Dios y con el tiempo se olvida. Ya nunca las
cosas volverán a su original estado.
Recordemos
que así paso en el paraíso con Adán y Eva, los ojos de ellos fueron abiertos,
la inocencia desapareció y recibieron disciplina.
Para crecer y después de aceptar la ofensa, hay algunas formas bíblicas de manejar estas situaciones
Ofendernos
es nuestra propia decisión, podemos escoger estar ofendidos o perdonar y estar
en paz con Dios.
Cuando nos
ofendemos estamos equivocados, debido a que escogimos estar ofendidos.
La Biblia
nos dice que las ofensas vienen, pero no debemos permanecer en ese estado.
Es saludable
alejarse de las personas que ofenden, debemos salir corriendo de aquellas
personas que no saben tratar a los demás y que ofenden a sabiendas o quizás algunas veces creen tener la razón y saben que ofenden, pero creen que no hay remedio.
En ocasiones el conflicto es mucho más profundo de lo que parece, especialmente cuando se
trata de la familia más cercana.
Debemos intensificar nuestras oraciones y
pedirle a Dios que nos ayude en justicia, que nos abra caminos de bendición y
podamos encontrar paz en medio de las circunstancias que nos hacen sentir
agredidos y también nos causan sufrimiento.
Cuando nos
llenamos de ira, nos sentimos demasiado enojados para reconocer que nos
sentimos ofendidos o que no podemos manejar las situaciones de conflicto que se
presentan, debemos tratar con ella y perdonar.
El libro de
hebreos expresa de una forma clara lo que demos hacer y las consecuencias de no
perdonar las ofensas.
Hebreos 12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual
nadie verá al Señor.
15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia
de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos
sean contaminados;
16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú,
que por una sola comida vendió su primogenitura.
17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la
bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque
la procuró con lágrimas.
Por estas
razones tan preciosas no debemos perder la gracia de Dios. No debemos cambiar
nuestra bendición por un plato de lentejas, que viene a ser el pecado que nos
aleja de Dios.
¿Cuándo fue
la última vez que dejaste que el Santo Espíritu de Dios te redarguyera? ¿Estas
atento a la voz de Dios, para seguir sus mandatos y vivir en paz? ¿Has dejado
que el enojo y la ira se apropien de tu vida, sin tratar de encontrar un camino
saludable en la palabra de Dios?
Recuerda exponer a tus hermanos mostrando sus desnudeces no te hace bien a ti y dañas a los demás. Jesús nos perdono y la única condición que pide, es que perdonemos.
La vida personal y privada de las personas se debe respetar en todo tiempo. Los limites son buenos, porque hoy exponemos a los demás y quizás mañana podamos ser expuestos nosotros. Como vamos a ordenar la casa de Dios, si ni siquiera podemos organizar nuestra propia vida, no digamos nuestra propia casa.
Dios te bendiga
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