La traición y el amor

La Biblia y la historia de la humanidad


Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 

Ningún hombre puede menospreciar a Dios, no puede Dios ser burlado o desairado. Es una sentencia que continúa diciendo que lo que el hombre siembra eso siega, es una ley inalterable, ley que se cumple. El que siembra para la carne, para su propia satisfacción, segara descomposición, destrucción y muerte.

Más aquellos que siembran para Dios, para su obra, para su familia, para su entorno y mucho más, ese sera de gran bendición y recibirá bendiciones materiales y espirituales.  

Cuando no se crece espiritualmente se agotan los talentos y la resequedad termina con la creatividad. Para servir a Dios debemos ser creativos, mantener una refrescante salud mental y espiritual, que llenen los espacios  no solo de nuestra vida, sino de aquellos que participan de la nuestra.

En la Biblia hay relatos en el Antiguo y Nuevo Testamento que nos muestran la traición y el engaño del hombre que se deja tentar por sentimientos contrarios al verdadero amor. Los más reconocidos por todos, es la muerte de Abel en manos de Caín y la de Judas cuando entregó a Jesucristo.

Si estudiamos el temperamento de Caín por sus actitudes y podemos imaginar lo demás por su actuación, llegaremos a varias conclusiones. Una de ellas era que se dejaba llevar por el instinto de violencia premeditada, debido a que cavilaba, rumiaba sobre su hermano Abel. 

El hombre natural estudia las actitudes de los criminales, sus instintos y motivos para tomar decisiones que los lleven a dar por terminada la vida de otras personas, para poder corregir en la sociedad tantos crímenes que se presentan y han presentado a lo largo de los siglos; aunque no siempre este sea el final de todas las historias de celos y envidia.

En el caso de Caín vemos que el siembra la tierra, su hermano Abel cuida las ovejas. Abel es pastor, sabe mucho de las cosas de Dios y tiene un mejor entendimiento de lo que le agrada, debemos recordar el salmo 23. Somos como ovejas, en aquel tiempo la representación de la vida del hombre era limitada, por tanto seguramente Abel le tenía apego a las ovejas y las cuidaba con esmero, eran sus compañeras, sus amigas, lo necesitaban y el estaba presto para ellas. El relato de Caín y Abel lo encontramos en el libro de Génesis, capítulo cuatro.

Abel seguramente era crédulo, confiado, no veía el mal, solo conocía a su hermano como compañero en sus afanes y cuando se encontraban, quizás se alegraba grandemente. Podemos imaginar todas estas cosas por el conocimiento que tenemos de la vida, de las personas que amamos.

En cambio Cain sabemos que tenia un temperamento violento, seguramente ansioso y consentido, siempre obtenía lo que quería, manipulador en cierta forma. Ya que no aceptaba las equivocaciones que cometia y contendía de una forma desleal. En vez de aprender de sus errores, mejorar y buscar otra oportunidad para agradar a Dios, simplemente la solución fue desaparecer a su hermano Abel de una forma sin retorno.

Génesis 4:8 Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. 

Lo pensó, fue algo premeditado, la maldad estaba en el corazón de Caín. Así muchas personas viven pensando en la forma de hacer el mal de diferentes formas, lo premeditan, hacen planes como los ladrones que realizan una estrategia para robar un banco u otro lugar. Se lo lleva a un lugar solo y peligroso como era el campo, para poder ocultar su crimen.

Caín no soportaba que su hermano Abel lo aventajara, que fuera agradable a Dios mientras que su ofrenda era rechazada, quería ser el primero por la vía rápida, sin importarle si se lo merecía o no. Su pensamiento era altivo.


Hay un detalle que no debe pasarse por alto y es muy importante. Dios advierte a Caín, primero le dice la consecuencia de hacer el bien; será enaltecido, será honrado, engrandecido y le hace ver lo que va a pasar si cae en el pecado.

Génesis 4:6 Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? 
4:7 Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. 

Caín no escucha a Dios, Dios le hace ver que el puede enseñorearse del pecado, resistirlo, alejarse de él, el es el dueño de sus deseos y solo él puede escapar o caer.

Así podemos concluir del temperamento de Caín que los celos son un mal demasiado grande en la vida de las personas. Los celos de Caín lo llevaron a matar, sin pensar en las consecuencias. Los celos de nosotros cuando están fuera de control pueden destruir nuestras vidas y las de las personas objeto de los celos.

Judas, al contrario de Caín entregó a Jesús por dinero. Se dejo tentar por avaricia y debilidad. La principal característica del temperamento de Judas es la hipocresía, era un hipócrita consumado, pero no oculto para Jesús. Así nuestras malas actitudes y defectos de carácter no les son ocultos a Dios. 

A Judas le faltaba sensibilidad, el tenia planes con motivos que creyó eran ocultos. No cambio, no fue cambiado por el amor de Jesús a sus discípulos. Lo seguía a medias, comprometido con sus propios deseos y como Caín fue premeditado. Fue la mano que utilizo Satanás para entregarlo y que padeciera por todos nosotros. Al finalizar se cumplieron los propósitos de Dios, aunque esto no minimiza la falta de Judas, lo que no hizo fue matarlo el mismo; como Caín lo hizo con Abel.

Esto nos muestra que estos hombres deshonrados en la Biblia y para la posteridad, son ejemplo de los pecados más graves que puede haber en el corazón del hombre. A Caín le falto unidad, conocimiento y amor por Abel. Eran hermanos en la carne, sin tener amor y armonía de parte de Caín, Abel confiaba en su hermano, no sospechaba de su envidia y maldad, o quizás sabia de la envidia que sentía, pero no pensó que llegara tan lejos.

La enseñanza que nos dan estos personajes son muchas. Hay una parte que debemos tener en cuenta y es que por sus actitudes debemos reconocer a aquellas personas que nos aman verdaderamente. Nos engañamos fácilmente pensando que todos nos aceptan y nos aman de la misma forma que nosotros amamos, cuando en realidad no es así.

Para reconocer a las personas y sus temperamentos más fácilmente, debemos analizar su comportamiento y trato hacia nosotros. Las personas de corazón agradecido por los favores recibidos nos valoran, nos dan el mismo trato que a todos y no se esconden de nosotros para vivir sus alegrías, las comparten, nos hacen participe de su vida y tiene en cuenta las enseñanzas que Dios da por medio de nosotros.

La sinceridad y trato de las personas muchas veces no lo discernimos por el amor que sentimos hacia ellas. El autoengaño esta enlazado al amor de los hombres, siempre se llena de esperanza y cualquier detalle es grandemente agradecido. Cuando ese amor se cansa de no recibir, es cuando se hace claridad en la mente de nosotros y quizás nuestras reacciones sorprendan a los demás, debido a que están acostumbrados a hacer uso de nosotros sin ninguna consideración.

Hay muchas situaciones que se dan en la vida de todos, especialmente en la familiar. Recordemos que la Biblia es clara en todos los aspectos de la vida de los hombres. No engaña adornando de virtudes que no tienen los personajes bíblicos de esa época y que se ilustran claramente para la formación y educación de todos en todos los tiempos. La palabra se aplica tanto en la Biblia como en épocas pasadas, actuales y futuras, ella es eficaz, tiene vida y es mas cortante que espada de dos filos penetrando hasta los tuétanos y el alma.

1 Juan 2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 
2:17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Es muy probable que lo que las personas somos en el interior no lo seamos en lo que mostramos. Se puede tener una actitud cristiana sin ser verdaderamente salvos, aun asistiendo a las congregaciones, teniendo comunidad con los hermanos de la fe sin ser un verdadero seguidor de Jesucristo. Cometer errores como los de Judas si no estamos preparados para hacer lo que nos dice la Biblia en Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 

Seguir la voluntad egoísta de nuestro corazón, nos aleja de Dios y nos acerca al pecado. Hay una parte de nuestra vida cristiana que mantenemos en armonía con nuestros gustos y personas amadas, no debe reñir con la parte que le corresponde a la voluntad de Dios para nosotros y para tener un servicio efectivo a Él.

Obedecer la voluntad de Dios y no dejar que nuestra carne domine lo que hacemos va a redundar en capacitación, perfeccionamiento, visión, amor y muchas cosas que solo pueden darnos la plenitud del Espíritu Santo como paracleto en nuestras vidas.

Dios te bendiga

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