¿Porque Bendecir y a quien Bendecimos?

Hay muchas formas de bendecir a nuestras familias, a los hermanos en Cristo, y también bendecimos no solo al pueblo de Dios sino a muchas personas que muchas veces ni conocemos.

Cuando Dios le hablo a Abraham, dice la palabra de Dios en Génesis  12:3 Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Estas palabras tienen un sentido múltiple. “Bendeciré a los que te bendigan” quiere decir que a los que lo bendigan sin ninguna condición Dios los va a bendecir también, la bendición y la maldición vendrá de acuerdo a como se tratara a Abraham, esa fue una bendición que sin ninguna clase de discusión Dios se complació en darle a Abraham.

Así como un padre amoroso bendice a sus hijos sin ninguna razón, así Dios lo hizo con Abraham porque se complacía en él.

Y como nosotros somos linaje espiritual de Abraham, hijos del Dios Santo, por pertenecer a los redimidos, lavados por la sangre de Jesús, que por su sacrificio en la cruz nos salvó y nos dio vida eterna; tenemos esas mismas bendiciones que le dio a Abraham.

“Maldeciré a los que te maldigan”, esta maldición tiene también sus condiciones, porque si muchas veces y con razón maldicen, esa maldición recae en las personas. Pero si es una maldición sin ninguna clase de justificación y porque la persona por sus malas obras, por envidia y porque tiene maldad en su corazón esa maldición no tiene poder sobre los cristianos.

Muchas veces los cristianos maldicen a sus propios hermanos en Cristo, a las congregaciones y en fin hay muchas maneras de maldecir. Porque maldecir no es expresar una palabra de maldición como muchas personas creen.

Maldecir es cuando hablamos sin justificación mal de otros, cuando estando en las manos de las personas ayudar, enseñar, dar buen trato, amar y todas esas cosas que muchas veces se dejan de hacer porque se dejan llevar por los celos, porque no se quiere ver en prosperidad a otro, porque se quiere estar siempre en el primer lugar,  por temor a que supere lo que se ha hecho, por envidia, resentimiento, raíz de amargura, egoísmo o simplemente por menosprecio de alguien.

Es muy triste que como cristianos nacidos de nuevo, las personas se dejen llevar por las obras de la carne y no bendigan y pierdan múltiples bendiciones.

La palabra de Dios dice que Dios no hace acepción de personas y como cristianos muchas veces se olvida que se debe hacer lo bueno sin cansarse de ello, en gálatas 6:9-10 dice: No nos cansemos de hacer el bien, porque en su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por tanto, siempre que tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a la familia de la fe.

Porque cuando cumplimos la palabra, estamos siendo obedientes, está primando en la vida de cada uno Dios y su palabra y se está creciendo en el conocimiento y la gracia de Dios y no lo hacemos para las personas, lo hacemos para Dios que es nuestro principal amor y ayudador.

Se debe dejar de lado los pensamientos personales y la vanagloria humana al momento de obedecer la palabra de Dios. Orar por los que se aman y no querer bendecir con las oraciones a alguna persona, es falta de madurez espiritual, lo mismo que bendecir más a unos que a otros, siendo que se debe ser sensible a lo que el Espíritu de Dios quiere y ser obedientes para ser más grandemente recibidor de bendiciones espirituales que no tienen valor material y también bendiciones materiales que llegan en retribución directamente de Dios.

Para poder llegar a crecer y alcanzar la estatura de ese varón perfecto llamado Jesús, se debe vivir la palabra, estar separados para Dios, saber que somos incapaces y que esa capacidad de crecer, de amar y de obedecer a Dios, solo puede darla el mismo, con la búsqueda constante y aprendizaje de lo que Dios quiere para cada uno.


Dios nos amó a nosotros primero, no nosotros a él, si somos hechos a su imagen y semejanza tenemos capacidades para amar y cambiar, mejorar y crecer cada día más y más.

Dios te bendiga

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