Salmo 133

Hermanos en la carne y hermanos en la fe

133 !!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
    Habitar los hermanos juntos en armonía!


Es como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual desciende sobre la barba,
La barba de Aarón,


Y baja hasta el borde de sus vestiduras;
Como el rocío de Hermón,

Que desciende sobre los montes de Sion;
Porque allí envía Jehová bendición,
Y vida eterna.

Este salmo de la bienaventuranza del amor fraternal es un hermoso salmo que nos anima a entender la bendición tan grande y maravillosa de estar en armonía, en paz, en acuerdo, solidariamente, unidos, acompañándose.

Principalmente los hermanos en la carne, que bueno es que estén en un mismo sentir, sin pleitos, sin contiendas innecesarias, unidos con cariño, buen trato, amor y ayuda cuando sea necesario. No es fácil ir por la vida teniendo buenas relaciones con todos y en todo, especialmente en las familias se presentan muchas divisiones por cualquier causa.

La palabra nos dice que el enemigo viene a robar, hurtar y matar. Es padre de mentira y quiere causar divisiones, iras, odio, problemas de toda clase, no debemos dejarnos vencer por él y por la carne.

Agrega que es como el buen óleo, que desciende de la barba o barbilla, hasta el borde de las vestiduras o sea hasta casi los pies. Esto es una forma de comparar lo que es la unidad, la armonía, no únicamente los hermanos en la carne también en la fe,  en medio del cuerpo de Cristo en las Iglesias.

Es derramado donde hay amor, donde hay comprensión, buenos deseos. Un ambiente agradable gracias a la unidad que se respira en el lugar.

Que hermoso es poder estar en unidad en la congregación como reales sacerdotes, como hermanos en Cristo, apoyándonos, permitiendo que fluya el poder de Dios y sus dones para sanidad, alegría de los que se encuentran en la iglesia.

Muchas veces no es posible la reconciliación con todos y en todos, pero el deber del cristiano es estar reconciliados, sin rencillas, sin rencores, no importando lo que los demás piensen o digan y hasta hagan en ocasiones, debemos en lo posible reconciliarnos y perdonar o pedir perdón según sea el caso.

Nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia en Cristo Jesús, por eso en esta hora te insto a que, si no puedes reconciliarte con tu hermano en la carne o en la fe, ores y le pidas a Dios perdón por él o ellos, para que Dios tenga misericordia y haga la obra.

Recuerda dice la palabra que, si creemos en el Señor Jesús, seremos salvos nosotros y nuestra familia. Ellos están en la promesa, no olvidemos esta palabra gloriosa, solo Dios puede hacer lo que es imposible para nosotros.

¿Has puesto en manos del Señor a tus hermanos en la carne y en la fe, pidiendo que los reconcilie? Todo lo que pidamos al Padre en el nombre del Hijo nos lo concederá. Si lo crees tendrás el milagro de la reconciliación.



Dios te bendiga

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