Bendiciones a la obediencia

Cada uno de como propuso en su corazón

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
                                                                                   2 Corintios 9:6-7

Es tan lindo cuando escuchamos el corito en medio de las ofrendas que dice que cada uno de como…, pero también debemos pensar que le estamos dando a Dios.
Una ofrenda mecida es muchas veces más importante para Dios que cualquier cantidad de plata o diezmo que demos en las congregaciones.
Cuando tenemos corazón agradecido para con Dios y recibimos de su mano tantas y tantas misericordias todos los días debemos preguntarnos ¿Es suficiente para Dios nuestras ofrendas? ¿Cuál es la mejor ofrenda que podemos entregarle al Señor diariamente?
Es necesario diezmar y ofrendar, porque las congregaciones y ministerios tienen necesidades urgentes que suplir, no es únicamente el local donde se dicen los cultos o las obligaciones de la radio donde funcionan las emisoras, las páginas de internet que sirven para difundir la palabra de Dios de una manera igual de amplia para todos.
Hay obligaciones económicas de las personas que laboran en estos ministerios, ellos necesitan sobrevivir de manera digna. La biblia dice que el obrero es digno de su salario y muchas veces vamos a una consulta de un especialista y cancelamos cientos de miles de pesos, porque ese hombre estudio en una universidad e hizo posgrados y especializaciones para poder llegar a ser el buen médico que es.
Pero ese pastor, ese ministro o ese hermano debe desplazarse, ministrar y hasta predicar gratis porque es un siervo de Dios y no merece reconocimiento ¿Porque se le va a dar tanto a una persona que no hace nada? ¿Una persona que tiene el deber de ayudar a los demás? Una persona a la que a veces levantamos de la mesa donde come, o tocamos a su puerta en horas inesperadas y siempre tiene una palabra amable para atender las solicitudes de los hermanos y personas que necesitan una palabra de ayuda, de consuelo, de ministración y liberación.
Una persona que no solo tiene capacitación cristiana, sino capacitación espiritual  por medio de pruebas y dificultades, ayunos y miles de inconvenientes que se le presentan por el servicio a Dios, por dejarse usar de Dios como ese vaso de honra que el necesita para que su voluntad se cumpla en la tierra y todos aprendamos verdades espirituales que nos hacen crecer.
Ese ministro necesita remuneración y respaldo, necesita comer, vestirse, pagar los gastos en su vida familiar y secular, que también necesita el respeto, el afecto y la comprensión de los demás.
Ese ministro que siempre por cualquier cosa es señalado, muchas veces vituperado y calumniado en su afán de servir al Cristo de la Gloria, ese ministro al que no se le puede ver como una persona humana, que tiene su propio carácter y tiene necesidades emocionales y problemas como cualquier otra persona. 
Que en su afán de servir a Dios desgasta su salud física y espiritual sin muchas veces recibir un aplauso de parte de nadie, sin recibir un gracias porque la Gloria es de Dios, pero el que se dejo usar fuiste tu. Porque así es el mundo y sus vanidades, pero debemos decir como dijo Jesús: En el mundo tendréis aflicciones; pero confiad yo he vencido al mundo.
Dios es Dios de orden, pero también es justo y sabe quién merece su respaldo y su bendición, por eso cuando detenemos nuestra mano para dar conforme a la voluntad y que su palabra corra y sea glorificada, estamos deteniendo nuestra propia bendición.
Debemos dar, a la familia en necesidad, a las congregaciones o ministerios que lo necesitan y del cual recibimos bendición, pero primeramente a Dios, nuestro amor, nuestra adoración, nuestro gozo, nuestra obediencia y temor a perder su protección divina.



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