Para Dios no hay personas
insignificantes
1
Samuel 16: 11-12 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él
respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí:
Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
Envió,
pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen
parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
Predicaba
el pastor sobre este versículo en la escuela dominical y cuando escuché esta
palabra, sentí que Dios me hablaba por medio de ella.
Me
pareció tan lindo y especial cuando Samuel le dice al padre de David que no se
sentarían a la mesa hasta que no llegara el hijo menor.
Vemos
como el padre de David le resta importancia al hijo, teniéndolo en poco, ya que
le presenta los demás hijos y se olvida de su hijo menor que apacienta el
rebaño.
Así
muchos padres tienen en cuenta y proveen para una parte de sus hijos y se
olvidan de los deberes paternales con los demás.
La
comida en familia era y es un momento de reunión familiar, de compartir y
comunicarse, enterarse de las cosas de los demás miembros de la familia,
interactuando y teniendo un acercamiento más entrañable y fraternal. Entre los
miembros de la familia se desarrolla confianza y hay un sentido de pertenencia cuando se comparten los alimentos diariamente.
Así
Dios por medio de Samuel estaba mostrándole a Isaí y los demás hermanos de
David la importancia de este para Él
.
Aunque
pensemos que las personas no nos tienen
en cuenta, nos desprecian en ocasiones, teniendo en poco nuestra vida
cristiana en las congregaciones por cualquier razón, incluyendo la económica,
hay uno que no se olvida de sus hijos más pequeños y necesitados de atención.
Ese
es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios siempre sabe de que estamos
necesitados, si de afecto, si de resolución de problemas de toda índole, de
contiendas, de una mala economía para el suplir todas y cada una de nuestras
necesidades.
Él,
en su infinita sabiduría y amor provee, no solo los alimentos diarios como
cuando el pueblo hebreo vago en el desierto, no solo el sacrificio como para con
Abraham y su hijo Isaac en el momento preciso, agua para la esclava Agar cuando Abraham la despidió, la multiplicación de peces
y panes cuando el ministerio de Jesús, aun el vino en las bodas de Canaán,
también provee una familia. Dios siempre tiene provisión a tiempo para sus
hijos, para su pueblo.
Dice
que no nos dejara ni nos desampara, su amor es inmutable, por esta razón Dios
siempre tiene en cuenta a sus hijos a todos, para dar más abundantemente de lo
que esperamos.
Cuando
los demás no te dan participación en su mesa, cuando los demás te dejan de lado
en las actividades eclesiales, en los ministerios, Dios tiene aparte su porción
para ti, para mí, para todos.
Cuando
tu familia no te tiene en cuenta y se olvida de ti, cuando el desamor es una
constante en las demás personas, el egoísmo es manifiesto, solo debes esperar
confiadamente en la bendición de Dios.
Aunque los hombres se olviden de ti, aunque tu propia familia se olvide de tenerte en cuenta, de mencionarte, de invitarte, de ayudarte cuando necesites, solo tienes que mirar a Dios, esperar confiadamente en Él. Dios nunca se olvidara de darte tu lugar, de bendecirte, de tenerte en cuenta, de darte lugares de privilegios, de prosperarte en la medida que lo requieras no solo en lo material, también espiritualmente te abrirá puertas de bendición.
Dios
no se olvida de los más pequeñitos, de los más necesitados, de los olvidados, de aquellos que teniendo capacidades son ignorados por el
motivo que sea.
Dios
nos ama con amor eterno. Él siempre llega a tiempo, siempre te dará lo mejor,
no se olvidará de ti, no se olvida de ninguno. El no te da una jarra donde el agua se agotara como se la dio Abraham a la esclava Agar y su hijo, Él te dará un pozo entero para que no mueras de sed como se lo dío a Agar y su hijo. Solo tienes que acercarte confiadamente al trono de su gracia y pedir de
su amor y misericordia, exponerle tu queja y confiar en que la respuesta
llegara en el momento apropiado, el momento apropiado es aquel que es el mejor
para nosotros.
El
mejor momento es cuando Dios nos prepara, nos capacita para poder mantener la
bendición que nos da, para que esta bendición no se pierda después de recibida. Para que esta
bendición sea eterna y maravillosa como todo lo que Dios nos da.
Dios
te bendiga
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