La vida que se escoge y la que Dios nos

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Jesús en Juan 10:10 dijo: El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 

Y en realidad Jesús vino a darnos vida en abundancia, no solamente vida eterna sino vida terrenal. Porque él conoce las dolencias y necesidades físicas, emocionales y económicas de todos.

El ladrón del que habla este versículo no es aquel ladrón al que el cristiano está acostumbrado a echarle la culpa de todos sus males, ese ladrón a veces y muchas veces es el mismo hombre, que de muchas maneras diferentes se roba la bendición de sus hermanos en Cristo, la bendición de su esposo(a), la bendición de sus hijos y muchas cosas que Dios nos ha  dado y que ese ladrón llámese como se llame, Luis, Pedro, Carlos, Sebastián, Clara, María, Conchita etc., constantemente la quiere dañar.

Por esta razón Dios en su hermosa y maravillosa palabra da formas y razones para impedir que el cristiano se deje robar la bendición de estas personas.

Cuando se pelea la batalla de la fe para alcanzar bendiciones y lograr la victoria en Cristo teniendo una vida tranquila, llena de esperanza y  ganas de salir adelante en las cosas que se emprenden, no se debe pensar que el sufrimiento sin alegrías y buenas condiciones de vida es un deber del cristiano.

Dios dice la palabra es el dueño del oro y de la plata, el necesita a sus redimidos llenos de fe para predicar la palabra y enseñar los fundamentos de la fe, pero hay un tiempo para todo y si se persevera a su tiempo se cosecha vida, fruto, alegría y todas las cosas en las que se ha esperado durante mucho tiempo, porque muchas veces Dios prueba la fe del hombre.

No quiero un Dios pobre como el que tienen ustedes, le decía una hermana a otra hermana en una ocasión. Esa hermana creía y sentía que la hermana que le decía eso quería grandes riquezas materiales; no entendía la clase de pobreza a la que se refería la hermana.

Cada persona tiene una visión particular de lo que es la riqueza, la riqueza verdadera está en cada persona, en lo que la satisface y la llena de paz.

Hay quien a pesar de conocer a Cristo deposita su esperanza en lo material, hay quien no y confía en la provisión de Dios para recibir  de sus promesas y amor y la fe es la certeza de lo que se espera y no se ve.

Dios conoce las debilidades del hombre y es más misericordioso de lo que se piensa y da provisión más abundante de lo que se espera muchas veces, lo importante es que cuando las personas se dan cuenta de que no están en el camino correcto, vuelvan a ese  camino de santificación que Dios tiene para todos.


Dios te bendiga

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