Los despojos
del pecado en Caín y Abel
Todos en
momentos de la vida somos capaces de matar por diferentes circunstancias y de
acuerdo a estas circunstancias se actúa y se es juzgado.
Cuando Caín
por envidia, física y pura envidia en su corazón que fue desarrollando
sentimientos de inferioridad, no de codicia porque cuando sentimos codicia por
algo deseamos obtenerlo, la codicia va unida a la avaricia no al dar, pensó
luego no fue un acto de ira momentáneo, no fue porque defendiera algo o porque
creyera que estaba actuando en justicia.
Abel daba lo
mejor de su ofrenda, pero Caín no hacía lo mismo con la de él, sino que miraba
la de Abel para sentir que la suya no valía lo mismo que la de Abel, Abel era
pastor, el labraba la tierra; por tanto su ofrenda no podía ser la misma o
parecida a la de Abel.
Esto tiene
varias implicaciones, pero debemos pensar que cada quien tiene un oficio, una condición
y Dios le da mayor honra al que se siente satisfecho con lo que hace.
El pecado
siempre va a estar a la puerta, en nosotros está el servirlo como fruto de
maldad o sujetarlo de la forma que conoce cada uno o buscando ayuda en las
personas que se confía.
No podemos
ser Dios, no podemos ir matando personas porque nos ofendieron y nos hicieron
cualquier cantidad de daño, si podemos obtener justicia y la justicia de cada
uno puede ser la desgracia de él o de la familia, la vergüenza publica como aconteció
con los jóvenes en Bogotá que mataron a un muchacho a golpes en un parque.
Aunque esos jóvenes
sean inocentes la duda y la desconfíanza y la mala amistad queda.
En mi caso
personal no me gusta que jóvenes sanos que no tengan esa clase de problemas se
relacionen con ellos, entonces no se debe desampararlos ni señalarlos porque
hasta que no se demuestre su culpabilidad o inocencia no se puede señalar a
nadie y los adultos encargados de ellos deben velar por su seguridad y hacerles
comprender que todo acto bueno o malo en la vida tiene consecuencias y que
estar en el lugar equivocado en el momento equivocado puede acarrear pecado y
muerte.
En esa ocasión
fue a ese joven, pero en otro momento puede ser a el mismo que lo mato o los que lo mataron, por una calculadora,
por un celular o quizás por una cartera o billetera donde se lleve la matricula
que con el mayor esfuerzo del mundo los padres pagamos para darles una mejor educación
a sus hijos.
En mi caso
me enorgullezco yo, no de mi esposo; de haberme esforzado al máximo para favorecerlos
en todas las cosas a mi alcance y así y todo muchas veces falle como madre, porque
todos fallamos y debemos saber que aunque fallamos los amamos y deseamos lo
mejor para ellos y debemos perdonarlos cuando a nuestras espaldas hacen cosas
indebidas y corregir de acuerdo a la falta.
En lo que
cabe les di una educación cristiana, terminaron su educación secundaria y
tuvieron la posibilidad de terminar una carrera universitaria que en su día lo harán,
porque la esperanza de los buenos fundamentos en los hogares cristianos es que
los hijos sean hombres de valor así sean recogedores de basura, albañiles, choferes
y tantos oficios honestos que hay y que gracias a Dios muchas personas los
desempeñan para que las ciudades se mantengan sin enfermedades y sanas.
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