Perversiones de la Iglesia
Si
nos remitimos a la Biblia y seguir sus ejemplos bíblicos; el único modelo que
podemos seguir con la seguridad de no equivocarnos es Jesucristo hijo.
Desde
sus comienzos el hombre ha perseverado en seguir lo malo, en no consultar en la
forma debida a Dios y dejarse llevar por los mandatos de su carne.
Los
modelos de padres que encontramos no son los mejores, comenzando desde Abraham
y siguiendo por todos los patriarcas, jueces, legisladores como Moisés y Samuel.
Si
pensamos en Eli, que era un sacerdote de Dios no educo a sus hijos en el temor
de Dios y si lo hizo con Samuel que siguió su mal ejemplo en no estar al tanto
de la crianza de sus hijos y deberes para con la familia.
Sin
importar la cantidad de mujeres con las que se tenían hijos, los judíos tenían un
deber de familia y era instruir a sus hijos en las cosas de Dios y la prueba la
tenemos con Jesús que a pesar de su corta edad tenía hambre de las cosas de
Dios.
Sabemos
que cometemos muchas equivocaciones como personas, cosas que no agradan a Dios;
es muy importante no repetir los errores de nuestros antecesores, pero también es
importante que si los repetimos a pesar de intentar no hacerlo, debemos buscar
el hilo conductor de esa conducta repetitiva y que nos hace caer en el mismo
pecado una y otra vez.
Los
hombres en su calidad de personas masculinas tienen apego o su afecto
depositado muchas veces en las cosas materiales y cuando llega la vejez se
apegan mucho a los benjamines o benonis, haciendo que todos le tengan mala
voluntad y se venguen de ese dejamiento cuando se presenta la oportunidad.
Pero
a pesar de todo que bueno es descansar en paz y llegar a la presencia de Dios
con el corazón y las manos limpias, sabiendo que a pesar de las equivocaciones tuvimos
la oportunidad de retomar el buen camino y hacer el bien, dejando todo en
orden.
Porque
los hijos de Samuel en sus actitudes fueron parecidos a los de Eli, también los
del rey David fueron muy mal ejemplo en todas sus actitudes, esto denota que su
afán de poder y dominio los hizo olvidarse de sus deberes familiares.
Aunque
esto no denota que no fueran varones de Dios, lo eran y Dios fue fiel a pesar
de estas circunstancias que empañaron sus vidas; así los pastores y ministros
en la iglesia tienen un deber sagrado con el redil y la comunidad en la que se desenvuelven,
dejando de lado las perversiones morales que la invade y ser de buen ejemplo y
testimonio en sus atrios.
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