Juan 10:10Reina-Valera
1960 (RVR1960)
10 El ladrón no viene sino para hurtar y
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.
Reina-Valera
1960 (RVR1960)
Hay
muchos programas mundanos que hablan del enemigo en casa, en muchas
circunstancias el enemigo está en casa y fuera de casa, se unen para destruir
la sociedad.
Muchas
veces tienen cara de lobo hambriento o lobos hambrientos, porque están buscando
destruir y hasta matar la descendencia y generaciones de las personas honestas.
El
enemigo dice la Biblia viene a destruir, hurtar y matar, pero Jesús vino para
que tengamos vida y vida en abundancia.
Cuando
Dios nos habla, diciendo que su unigénito hijo vino para darnos vida en
abundancia nos está diciendo de que nos da la salvación gratuitamente, pero que
tenemos que seguir un camino de santificación.
¿A
qué compararemos esto? Lo más importante en la vida es nuestra casa, la casa
donde vivimos, cuando estamos bajo techo, no importa si llueve, si hace calor o
frio, si hay poca comida o poco de lo que sea. Nos protege de las inclemencias
del tiempo, nos protege en el caso de que tengamos bienes materiales y familia,
de los ladrones.
Cuando
ya tenemos un ranchito o una casita, sobre un terreno amplio como en los
tiempos de antes, queremos arreglarlo, mejorarlo, empañetar las paredes,
ponerle baldosas, arreglar un buen baño, que la cocina así, que tantas y tantas
cosas que se llevan toda una vida terminarla.
Hay
casas que desde el comienzo fueron firmes, fueron construidas sobre la roca que
es Jesucristo, pero hay otras que no están totalmente sobre la arena, pero que
no siembran, sino que desparraman.
Cuando
estas casas quieren ser derribadas, para arrancar y destruir lo malo y volver sembrar y plantar lo malo, lo podemos
comparar a que no podemos pintar sobre el mugre, para tapar el mugre y que
quede como si estuviera limpio. Hay que raspar las paredes, reparar las
grietas, hacer todo como se debe para que la casa quede verdaderamente
edificada.
De
ahí en adelante se sigue reparando anualmente y manteniendo limpieza constante
para que los demonios que salieron no vuelvan a aposentarse, recordemos que la
Biblia dice que si limpiamos nuestra casa y nos olvidamos de las misericordias
de Dios vuelven y peores.
Los
espíritus violentos que se desatan muchas veces son el precio que se tiene que
pagar, pero debemos recordar que los hombres mayores enseñan a los menores y
que van a dar, si no lo tienen.
Como
vamos a interactuar entre personas socialmente si siempre que se intenta hacer
cosas agradables, diversiones, días de ocio, no se logra encontrar armonía, no
hay paz, no hay koinonia.
No
se puede trabajar tranquilamente porque hay muchas circunstancias que lo
impiden. Dios no quiere autómatas, quiere personas que se tracen metas, que
luchen por alcanzarlas, que no estén pendientes de cosas vanas.
Dios
quiere casas firmes, estables, confiables, casas edificadas sobre la roca que
permanezcan, que sean como baluartes en medio de la confusión, como firmes
faros sobre la roca para ser guías no solo de barcos, lanchas, sino de todos
aquellos que alcancen a mirar la luz de Cristo.
Si
no se tiene un consejo a tiempo el enemigo puede destruir fácilmente lo que se está
construyendo.
Mis
recuerdos del Gabriela Mistral en Barranquilla, me traen a la mente a Mercedes
Arrieta de Federmann, la cual una vez al año por el día de las Mercedes, nos
llevaban a las niñas a hacer presentaciones en la cárcel.
No sé exactamente cual,
pero si recuerdo que nos cambiábamos en la despensa de la cárcel y hacíamos las
presentaciones escolares para los presos. Me imagino que sería un premio para
los que se portaban bien y no era malo, porque las familias debían dar el
permiso para ello.
Los
tiempos cambian y deberían ser para mejor no para peor, por eso hay que
agarrarse firmemente de la palabra de Dios y saber que a veces los impedimentos
familiares no permiten hacer un culto racional en la congregación como Dios se
merece, pero nuestros pensamientos, nuestros amor y todo nuestro entendimiento
debe ser usado para bendecir, perdonar y dar de aquello que Dios nos da.
Dios te bendiga
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